"No está el horno para bollos". Opinión de Manuel Pérezcarro Martín

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Manuel Pérezcarro Martín, Secretario General de FROET
"El transporte de mercancías es un barómetro infalible para medir la actividad y los resultados que está mostrando son bastante preocupantes"
"No está el horno para bollos". Opinión de Manuel Pérezcarro Martín
Mauel Pérezcarro Martín. Secretario General de FROET
Mauel Pérezcarro Martín. Secretario General de FROET

Estamos atravesando momentos muy complicados debido a la delicada situación económica.

El transporte de mercancías es un barómetro infalible para medir la actividad y los resultados que está mostrando son bastante preocupantes.

Se comenta en el sector que sobran camiones, y esto no responde a algo coyuntural, porque se lleva muchos meses en esta situación, lo que ya es preocupante.

La economía está sufriendo una desaceleración que se nota en el consumo. Si se consume menos, se transportan menos mercancías y el sector lo está notando, tanto en el ámbito nacional como en el internacional, sobre todo, en este último caso, por la escasez de viajes importación.

El incremento de los costes de la energía y otros productos esenciales para la producción de bienes, afectan directamente al consumidor que ve mermada su capacidad económica para hacer frente a los gastos diarios y, lógicamente, empieza a comprar menos.

Primero se prescinde de lo innecesario y luego afecta a la cesta de la compra.

El transporte, es uno de los sectores que se encuentra más afectado por esta escalada de precios. No solo han subido los precios de los carburantes, que suponen el cuarenta por ciento de los costes de explotación de un camión de gran tonelaje; ha subido, y de qué manera, el precio de los camiones; los neumáticos, los lubricantes, entre otras cosas y, por supuesto, los costes financieros. Las cuotas de renting o de leasing se han puesto por las nubes igual que la financiación del circulante.

Sin embargo, el sector no es capaz de trasladar ese incremento de costes a los precios del transporte, o no es capaz de trasladarlos de manera suficiente para equilibrar sus cuentas, por lo que, como se dice, las está pasando canutas.

Si a ello le añadimos una reducción de la actividad, la situación en la que se encuentran muchas empresas es muy delicada.

Pero, lo peor, puede estar por venir. La implantación de nuevos pesos y dimensiones de los camiones puede producir efectos aún más indeseados.

Si en estos momentos sobran camiones y, por lo tanto, la competencia aumenta y los precios del transporte son presionados a la baja, ¿Qué ocurrirá cuando se incremente en un dieciséis por ciento o más – según el tipo de camión – la oferta de transportes por el simple cambio de una norma administrativa?

Desde luego, es materia para la reflexión. En mi opinión es irresponsable aprobar una norma de este tipo sin que, previamente se hayan analizados sus efectos sobre el sector. Ya sabemos que los cargadores van a resultar muy beneficiados, evidentemente, pero nadie se ha preocupado de conocer lo que le ocurrirá al transportista, la pieza más débil en este escenario.

El Comité Nacional está haciendo lo que puede en las negociaciones con el Ministerio de Transportes, a fin de que la norma se implante lo más tarde posible, esperando que la economía vuelva a crecer y el escenario sea más favorable.

Si desde la Unión Europea se está redactando una nueva directiva que regule las masas y dimensiones de los vehículos con objetivo de reducir en el transporte de mercancías las emisiones de CO2, a mi juicio, lo más prudente sería esperar a la publicación de esa nueva directiva, porque, no está el horno para bollos.

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