Un guardia civil ebrio, a prisión por no someterse al test de alcoholemia

Un guardia civil ebrio, a prisión por no someterse al test de alcoholemia

La Sala de lo Militar del Tribunal Supremo ha impuesto una pena de dos años y cuatro meses de cárcel a un agente de la Guardia Civil destinado en León, por insultos a un superior, negativa a realizarse las pruebas de alcoholemia en un test de carretera y conducción bajo los efectos de alcohol. La sentencia ya es firme y definitiva.

De acuerdo al texto definitivo de la sentencia, los hechos se produjeron el 29 de julio de 2013. La patrulla formada por un teniente de la Guardia Civil jefe de destacamento, acompañado por un agente, se encontraba junto con otra patrulla en un punto de verificación de alcoholemia en una carretera leonesa. Sobre las 12,40 horas vieron pasar al condenado en un vehículo, y gritar desde la ventanilla «¡Viva la Guardia Civil!». Pasados unos cuatro o cinco minutos se aproximó un vehículo cuyo conductor, se identificó como agente destinado en Asturias, en situación de permiso y les informó de que el citado turismo, había circulado peligrosamente en la carretera cometiendo diversas infracciones de tráfico consistentes en hacer zig zags en la carretera, invadir el carril contrario, y el arcén, acercarse demasiado a su vehículo en diversas ocasiones y realizando finalmente un adelantamiento a gran velocidad en un tramo con línea continua, sin tener visibilidad y provocando que otro vehículo que precedía al de este conductor tuviese que frenar bruscamente.

Localizado el conductor infractor, el teniente de la Guardia Civil se dirigió al conductor del vehículo y a sus ocupantes para que saliesen del coche y se identificasen. El procesado, que desprendía un fuerte olor a alcohol, sudoroso, con la cara enrojecida, con los ojos brillantes y las pupilas dilatadas, resultó ser un guardia civil, quien contestó: «Mi teniente no voy a dar ni a decir nada».

Requerido para que se sometiese a la prueba y se identificase, se negó reiteradamente con aspavientos y una manera de dirigirse a su superior desafiante. «Id a tomar por el culo», dijo arrojando las llaves de su coche y un bolso al suelo mientras decía «ahí os queda mi puto coche» tras lo cual echó a correr abandonando el lugar por un talud cercano a la zona.

A la vista de que requería atención médica, se le desplazó a un centro de salud, donde se negó a ser atendido por un facultativo y solamente aceptó que se le dispensase un Trankimazin. Regresó custodiado a las dependencias de la Guardia Civil donde continuó manteniendo una actitud agresiva, insultando a los agentes, arrojando un bocadillo que se le había dado, solicitando ir al baño y realizando gestos obscenos consistentes en mostrar su miembro a los compañeros diciéndoles: «Tocádmela».

Fuente: diariodeleon.es