En los inicios, en realidad a lo largo de todo el decenio de los noventa y también todo el 2.000, el sector del transporte de mercancías por carretera experimentó un importante cambio que pasó muy desapercibido. Fue así porque en realidad el sistema -sobre todo el referido a la tipología de empresas-, no varió. No lo ha hecho nunca.
Las empresas pequeñas, pymes y miles de autónomos sostenían y sostienen un sector que le convierte en una actividad, por un lado, muy vulnerable y por otro, tremendamente competitivo en España y sobre todo, en Europa.
Era y es, una tipología de empresa que convertía a España en el lugar idóneo para la proliferación de un tipo de empresa, directamente relacionado con el transporte de mercancías, de tamaño medio/grande con grandes cantidades para realizar inversiones y el “gran lujo» de soportar pérdidas durante el comienzo de su actividad.
Llegaban, primero unos pocos, que en la actualidad son muchos, los operadores logísticos (OPL). Ese hecho, poco a poco ha modificado las relaciones contractuales de los miles de autónomos, microempresas y pymes, que siguen siendo más del 80% de las empresas del sector.
¡Viva la subcontratación!
Los operadores logísticos se encontraron de pronto con una realidad que han sabido vender muy bien, basada en su capacidad para realizar eficazmente ese trabajo.
Estamos hablando de la tendencia de fabricantes y grandes distribuidores de desentenderse, subcontratando el almacenaje, la distribución y transporte de sus productos. Es cierto que esa actividad –costosa, muy costosa-, restaba personal, obligaba a desembolsar grandes cantidades de dinero en una actividad para la que -eso es verdad-, no tenían los conocimientos adecuados.
A partir de los años 2.000 se puso de moda la subcontratación; haciendo bueno el dicho de “zapatero a tus zapatos». O sea, las empresas se centran en lo que realmente saben y dominan, el resto, toda la actividad auxiliar se subcontrata.
El transporte de mercancías era y sigue siendo una de sus actividades. El fabricante produce, investiga, desarrolla y comercializa nuevos productos, vende sus almacenes, sus vehículos, camiones y subcontrata a un operador logístico.
Pero ¿Qué es un operador logístico?
Una definición sencilla, hasta simplista, sería la de un mero “intermediario». El intermediario entre el gran fabricante o distribuidor y la empresa de transporte que ya no –sigue habiendo excepciones-, negocia sus condiciones, su tarifa, sus tráficos directamente con el fabricante, sino con el OPL.
El operador logístico es empresa intermediaria, que no invierte en camiones, que los compre el autónomo, la microempresa o la pyme. Como mucho, que son minoría, invierten en semirremolques. Pero eso sí, el transportista está obligado a llevar su marca, sus siglas, su imagen. En un «eres mío, pero no». Yo te pago, impongo mi tarifa, las rutas por las que tienes que circular y todo lo referido al semirremolque, pero la gestión diaria de tu empresa es tu problema.
¿Sistema perverso o beneficioso para el transportista?
En esto, como en otras cuestiones que afectan al sector en España, hay gustos para todos. Muchos defienden la comodidad de depender de un único patrón, otros consideran que era mejor, más sencillo, más acorde a sus necesidades, que la negociación fuera directamente con el fabricante.
Sea cuál sea la opinión de la empresa de transporte, lo cierto es que la existencia de miles de microempresas, autónomos y pymes, hacen al negocio de los operadores logísticos que operan en España muy, muy, rentable.
Apuntamos algunas cifras que ponen números a lo que mueven, gestionan y facturan en nuestro país.
Miles de millones de facturación
Según la consultora DBK el volumen de negocio de los operadores logísticos en España en 2024 fue de 6.800 millones de euros, un 5,4% más que durante el ejercicio 2023. Un más que respetable volumen de negocio logrados tras dar servicio de almacenaje y el conjunto de operaciones asociadas para la correcta manipulación de la carga. En definitiva, manipulación, transporte y distribución.
El informe destaca, asimismo que la facturación por las actividades de almacenaje y otras operaciones en almacén mostró mayor dinamismo, representando la mitad del valor del mercado y crecer en 2024 el 6,3%, hasta los 3.400 millones de euros.
Por su parte, el segmento de transporte y distribución aumentó el 4,6% en comparación con el año anterior, aportando el otro 50% del mercado.
Otro dato del informe refleja con claridad que es un sector en plena evolución. Así, en el último año se ha detectado un importante aumento del grado de concentración de la oferta. De hecho, las cinco principales empresas alcanzaron en 2024 una cuota de mercado conjunta del 41%, cifra que se elevó al 59% al considerar las diez primeras.
Es evidente, un negocio multimillonario cuya base es una “humilde» empresa de transporte de mercancías por carretera, frente a miles unipersonales, microempresas y pymes de pequeño tamaño que son los que mueven las miles y miles de toneladas que salen de los cientos de centros logísticos existentes en España.




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