
Aunque, especialmente en estos momentos, las políticas de sostenibilidad puedan parecer perjudiciales para el sector, la realidad es que es responsabilidad de toda la sociedad en su conjunto permitir que las próximas generaciones puedan disfrutar de los recursos naturales al menos con la misma calidad y cantidad que nosotros lo hemos estado haciendo.
Son precisamente los más jóvenes los que están empujando a la economía hacia un futuro más verde. Según un estudio de Barclaycard, el 40 % de los jóvenes entre 12 y 27 años está dispuesto a cambiar de marca para comprar productos con responsabilidad ambiental garantizada. Y según otro estudio de IBM, el 56 % de este grupo de consumidores opina que las empresas también deberían participar activamente en el cambio, y este porcentaje aumenta a casi 3 de cada 4 jóvenes cuando se les pregunta si las empresas deberían ser responsables de sus esfuerzos medioambientales.
Si acercamos la lupa a nuestro sector, es cierto que el de la Generación Z es un grupo con una influencia aún pequeña (especialmente si tenemos en cuenta que tres de cada cuatro conductores profesionales en España tienen más de 50 años y sólo un 1 % tiene menos de 24 años, según la DGT), pero lo cierto es que sus intereses no tienen por qué cambiar en el futuro y que su poder de decisión aumentará paulatinamente, por lo que es necesario que la cadena de valor de la industria de la automoción se adapte lo antes posible.
En cualquier caso, no solo los ideales de la juventud están dirigiendo la transformación de la industria. Desde la legalidad, la sostenibilidad también está dejando de ser una simple opción. La nueva normativa a nivel europeo que sustituye a la Directiva 2014/95/UE, y que rige desde este año la presentación sobre información de sostenibilidad de las empresas de la Unión Europea, modifica la manera de presentar la “información no financiera»», que ahora será referida como “información de sostenibilidad»».
Aunque este año el cambio sólo afectará a las empresas más grandes (incluyendo entidades financieras y de seguros), a partir de 2026 también impactará en las pymes cotizadas en mercados europeos. Esta norma exige informar sobre el impacto ambiental y social de las actividades corporativas, incluyendo obligaciones de auditoría y reporte. En nuestro país, las sanciones por no presentar este informe son equivalentes a las aplicadas por no presentar las cuentas anuales en el Registro Mercantil, es decir, entre 1.200 y 60.000 euros.
La clave para conseguir un ciclo de vida más sostenible en la industria se encuentra en la tecnología. Escuchamos hablar sobre la Inteligencia Artificial prácticamente a diario, pero la aplicación de esta tecnología aún no se explica lo suficiente y es necesario que conozcamos las ventajas que puede ofrecer, especialmente a la hora de mejorar los procesos tanto en la tramitación de siniestros por parte de las entidades de seguros como en la reparación de los vehículos, apostando por piezas de recambio cuya trazabilidad y seguridad estén garantizadas.
Simplemente, el hecho de utilizar piezas recicladas reduciría los costes en las reparaciones para los propietarios del vehículo y para las entidades de seguros que, además, verían cómo se reducen también las emisiones de CO2 en todos los procesos (según un estudio de Allianz, aumentar tan solo un 2 % las tasas de reparación en lugar de usar piezas nuevas podría reducir las emisiones de CO2 en 30.000 toneladas).
Para cumplir con la normativa europea se hace imprescindible el control de la trazabilidad y de la gestión de los datos relativos a las emisiones con el objetivo de facilitar la toma de decisiones informadas en el ámbito de la sostenibilidad, también en el ámbito de la sostenibilidad. Esto, a su vez, puede reducir los costes si se aprovechan correctamente. Sin embargo, solo el 53 % de las entidades de seguros especializadas en Europa son capaces de medir correctamente las emisiones de Alcance 3 (que incluyen la medida de las emisiones ocurridas en la cadena de valor, incluyendo los procesos de reparación), por lo que los informes no incluirían la huella de carbono real.
Por todas estas razones –el impulso de las futuras generaciones y el cumplimiento de la ley-, es imprescindible estar preparado lo antes posible y, para conseguirlo, el uso inteligente de los datos y la Inteligencia Artificial son clave, especialmente, en el caso concreto de las compañías de seguros o fabricantes de la cadena de valor de la industria del transporte.
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