La digitalización también tiene al sector transporte en su punto de mira. Lo que antes eran registros manuales y rutas marcadas en papel, hoy son flujos constantes de datos que circulan desde el camión hasta los servidores de la empresa, pasando por plataformas en la nube y administraciones públicas. La geolocalización, piedra angular de esta transformación, promete seguridad, eficiencia y cumplimiento normativo. Pero también plantea dilemas que en 2025 son imposibles de ignorar.
“La normativa no ha hecho sino intensificarse», advierte Miguel Quintanilla, responsable del área de cumplimiento normativo de la empresa experta en protección de datos Grupo Atico34. “El uso de sistemas de geolocalización ya no es solo una cuestión de eficiencia operativa; implica responsabilidades muy serias sobre el tratamiento de datos personales de los conductores».
Tacógrafo inteligente: una evolución obligatoria
Uno de los mayores cambios es la entrada en vigor de la segunda generación del tacógrafo inteligente, obligatorio para los vehículos nuevos dedicados al transporte internacional desde agosto de 2023, y que progresivamente será obligatorio para toda la flota europea.
Este dispositivo, además de registrar tiempos de conducción y descanso, captura automáticamente la ubicación del vehículo en determinados puntos del viaje, como los cruces de fronteras o los inicios y finales de jornada.
“El tacógrafo actúa como registro de jornada válido para los conductores profesionales», explican desde Grupo Atico34. “Pero las empresas no pueden conformarse con confiar ciegamente en la tecnología; deben asegurar que los datos se utilicen conforme a la normativa y proteger la información frente a accesos indebidos».
La normativa europea, a través del Reglamento (UE) 165/2014, refuerza esta obligación, garantizando un control transparente de las condiciones laborales, pero dejando claro que la protección de datos personales no es negociable.
¿Cómo deben fichar los transportistas?
En el caso de los conductores profesionales, el registro de la jornada laboral se realiza principalmente mediante el uso del tacógrafo digital.
“Se reconoce que el tacógrafo es un sistema homologado y obligatorio que acredita los tiempos de conducción y descanso, pero ojo: no siempre registra todas las actividades que forman parte de la jornada laboral», advierte Quintanilla.
Por ello, desde la consultora señalan que puede ser necesario complementar el tacógrafo con aplicaciones móviles o registros adicionales para cubrir actividades no vinculadas a la conducción (como tiempos de espera, carga o descarga).
Por otro lado, también es obligatorio conservar los registros durante al menos cuatro años, como exige la Inspección de Trabajo, y garantizar que el sistema de registro sea fiable, objetivo y accesible.
Para los conductores autónomos, la obligación cambia: no están sujetos al registro horario del Estatuto de los Trabajadores, pero sí deben cumplir con la normativa europea sobre tiempos de conducción, que se verifica igualmente mediante el tacógrafo.
Riesgos legales y reputacionales: más allá del cumplimiento formal
Las flotas no solo deben preocuparse por cumplir con la normativa de transporte, sino también por proteger la privacidad de sus empleados.
“Uno de los grandes errores que cometemos al implantar sistemas de geolocalización es olvidar el factor humano», destaca Quintanilla. “Los conductores tienen que ser informados de manera clara sobre cómo se usan sus datos y con qué finalidades».
Además de la información previa obligatoria, la empresa debe:
.- Limitar el uso de la geolocalización al horario laboral, salvo justificación expresa.
.- Garantizar la seguridad de los datos, aplicando medidas técnicas y organizativas adecuadas.
.- Considerar la realización de una Evaluación de Impacto de Protección de Datos (EIPD), especialmente si el volumen de datos tratados es elevado o si hay riesgo significativo para los derechos de los empleados.
Las sanciones por incumplimiento no son menores: la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) puede imponer multas de hasta 20 millones de euros o el 4% del volumen de negocio global por infracciones graves o muy graves del RGPD.
Una oportunidad para liderar con responsabilidad
Más allá de las multas, está en juego la confianza de los empleados y la reputación de la empresa. Un uso ético y transparente de la geolocalización no solo minimiza riesgos, sino que posiciona a la empresa como referente en el sector.
“No se trata solo de cumplir la ley», concluye Quintanilla, “sino de crear una cultura de respeto hacia los datos personales. Las empresas que lo entiendan serán las que mejor se adapten a los retos del futuro del transporte».
La hiperconectividad de las flotas crecerá con el auge de la inteligencia artificial, el mantenimiento predictivo o la optimización dinámica de rutas, pero solo será sostenible si se mantiene el equilibrio entre eficiencia y privacidad.
En definitiva, la carretera de 2025 no es solo de asfalto: está pavimentada de datos. En este nuevo escenario, la capacidad de las empresas para gestionar correctamente la geolocalización de sus conductores será tan crucial como la puntualidad de sus entregas o la eficiencia de sus rutas.
En el transporte moderno, la privacidad del conductor no es una parada opcional, sino una meta obligatoria.
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