La verdadera historia de algunas mujeres leonesas que trabajaron en las minas de carbón

Esta es la historia de muchas mujeres leonesas que trabajaron en las minas de carbón, más incluso que muchos hombres, en los difíciles años de la posguerra para sacar a las familias adelante

Esta es la historia de muchas mujeres leonesas que trabajaron en las minas de carbón, más incluso que muchos hombres, en los difíciles años de la posguerra para sacar a las familias adelante

Mujeres leonesas en la mina, como Olvido la minera, que estuvo picando ocho años en las minas de Fabero, entre 1962 y 1970 porque cuando su marido enfermó fue a pedirle al dueño de la mina que la dejara trabajar por él y el otro le contestó que «si me sacas lo mismo, a mí que me importa quién lo pique» (aunque, claro, con los papeles a nombre del marido, porque ella no podía figurar ni para cobrar ni para nada) y que «rompió aguas» a las doce de la mañana, picando, y a las tres de la tarde ya había parido su sexto hijo, que por poco lo pare entre el carbón.

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Mujeres como María la polaina, Faela la francesa, Ángeles la pulguina, Nieves y Sagrario las de Cuarteles, Leontina la de Santa Rosa, Gelina la pesquera o Malia y Encarna, las de Rozaes de Bazuelo.

Como Marcelina la lampistera, que también tuvo que pegarle una somanta al vigilante por abusar de Rosa la tontina, y eso que eran primos.

Como Flora la de Tablao, muerta en un derrabe una noche que habían ido todas juntas a robar carbón al quince.

Como Inés y Fela, las de Tres Amigos , o Daniela la matona y Amparo, su hermana.

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Como Ángeles la nena, que hacía dos horas y media de camino desde Casorvía a los lavaderos y otro tanto de vuelta.

Como Pilarona, que la despidieron de Nicolasa porque sí se quedó en huelga.

Como Divina Calicates, que abrió ella más metros de galería que túneles el tren.

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Como Maria la tarambana, que llegaba y se sentaba siempre a la puerta de casa a «echar el pitín» y primero estaba dos horas escogiendo las hebras de tabaco de entre los botones y los hilos que sacaba del bolso del mandil y echando cagamentos .

Como Olvido la del cestu, que era ramplera, vagonera caballista, lavadera y pizarrera, todo a la vez, en la Carmona y en los lavaderos de Cuestavil y que murió reventada, silicosa.

Como Pilar la de Romería y Nati la de Navaliego, que en vez de vagoneras eran cesteras, porque sacaban de la galería el carbón «a cestaos».

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 Como Pacitona, que levantaba un yunque como si nada y que tenía una mula listísima y Ie decían siempre a su madre «¡vaya mula más lista que tien Pacitona, eh!» y contestaba ella « ¡sí, pa lista la mula, pero pa fuerza, la mi fía!»

Como Ramona la anisina, a la que también des pidieron por beber.

Como Ramonina la de Ujo, que no pudo casarse con el novio, después de cuatro años, porque no podía dejar de trabajar hasta no sacar adelante a los hermanos, porque eran huérfanos y él ni quería que ella trabajara ni quería esperar más. de morirse, a las puertas del siglo XXI, a los ciento tres años de mina…

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