Psicología del conductor: Las razones ocultas del riesgo en la carretera

La psicología del conductor es una compleja combinación de necesidad de control, atajos mentales y presión social

La psicología del conductor es una compleja combinación de necesidad de control, atajos mentales y presión social
Bartłomiej Drążkiewicz

Cuando ocurre un accidente, nuestro primer instinto es culpar a la infraestructura: una carretera llena de baches o una mala señalización. Sin embargo, los datos contundentes hablan claro: más del 90 % de los accidentes viales se deben a errores humanos. ¿Qué hace que las personas inteligentes y responsables se conviertan en bombas de relojería al volante? No es la mala voluntad, sino mecanismos psicológicos profundamente arraigados que controlan nuestras decisiones.

A pesar de los éxitos, todavía nos enfrentamos a una mala cultura de conducción entre los conductores polacos.

«Los principales errores de los conductores polacos siguen siendo los mismos: exceso de velocidad, distracciones con el teléfono, alcohol y creciente agresividad al volante. A pesar del endurecimiento de las sanciones, estos problemas de comportamiento siguen causando miles de tragedias», declaró el inspector Leszek Jankowski (jefe del Departamento de Policía de Tráfico de la Jefatura Nacional de Policía) en una conferencia organizada por CUPT e ITS.

«La lucha contra las conductas negativas en la carretera es una maratón, no un sprint. Gracias a muchos años de esfuerzo constante, hemos logrado fomentar la intolerancia social hacia la conducción en estado de ebriedad. Ahora, debemos aplicar el mismo mecanismo para combatir el exceso de velocidad», declaró Konrad Romik (Secretario del Consejo Nacional de Seguridad Vial).

En este artículo, profundizaremos en la mente del conductor para comprender por qué la velocidad es tan tentadora y por qué un teléfono en la mano parece inofensivo. Empezamos un viaje que cambiará para siempre tu forma de ver la carretera.

La ilusión del control: Por qué temes volar pero no correr a 140 km/h

¿Te has preguntado alguna vez por qué a muchos nos da ansiedad subir a un avión, aunque estadísticamente es el medio de transporte más seguro, pero pisamos el acelerador a fondo en la autopista sin dudarlo? La respuesta reside en uno de los mecanismos más poderosos de nuestra mente: la necesidad de control.

En un avión, somos pasajeros: nuestras vidas están en manos del piloto y la tecnología. En un coche, somos quienes llevamos el volante. Esta ilusoria sensación de control nos hace estar dispuestos a asumir riesgos mucho mayores.

Como explicó la Dra. Ewa Odachowska-Rogalska, del Instituto de Transporte Motorizado, durante el congreso «Psicología de la Movilidad», es precisamente esta necesidad de control y autonomía la que a menudo prevalece sobre una evaluación racional de la seguridad.

«Un factor clave que influye en nuestras decisiones es la necesidad psicológica de control y autonomía. Por eso, muchas personas tienen miedo a volar, a pesar de que las estadísticas demuestran que es más seguro que conducir un coche», afirmó la Dra. Ewa Odachowska-Rogalska (psicóloga del Instituto de Transporte Motorizado).

¿Qué tienes en mente cuando tu pie se siente más pesado?

Este fenómeno explica no sólo nuestra tendencia a asumir riesgos, sino también nuestro apego al coche como símbolo de libertad e independencia, lo que hace más difícil el cambio al transporte público.

Factores psicológicos clave que influyen en las opciones de transporte:

.- Sensación de control y autonomía: Nos da una ilusión de seguridad, incluso cuando las estadísticas sugieren lo contrario.

.- Estatus social e identidad: Un automóvil, especialmente para los conductores jóvenes, a menudo se considera un símbolo de adultez y éxito.

.- Comodidad física y emocional: Elegimos las opciones que parecen más convenientes y menos estresantes en el momento.

¿UX en marcha? Los atajos mentales que conducen al desastre.

Nuestro cerebro no puede analizar cada decisión desde cero, por lo que utiliza modelos mentales simplificados conocidos como heurísticas. Nos ayudan a actuar con rapidez, pero en la práctica, a menudo nos llevan a cometer errores trágicos.

Una de las más peligrosas es la heurística de disponibilidad , que nos lleva a juzgar la probabilidad de un evento según la facilidad con la que recordamos un ejemplo. Si un accidente de tren se reporta ampliamente en los medios, podríamos empezar a considerar los trenes como más peligrosos, ignorando los riesgos cotidianos en la carretera.

Otros atajos mentales peligrosos incluyen:

.- La heurística de la rutina: «Conduzco por aquí todos los días; no pasará nada si voy un poco más rápido». La rutina nos adormece y nos lleva a sobreestimar nuestras propias capacidades.

.- Sesgo de optimismo: «Los accidentes les ocurren a otros, no a mí». Esta creencia es una de las principales razones por las que los conductores infringen la ley a sabiendas.

Como enfatizó el inspector Leszek Jankowski, de la Jefatura Nacional de Policía, el exceso de velocidad, resultado de una evaluación de riesgos deficiente, es la principal causa de accidentes mortales. Los conductores no pretenden dañar a nadie; creen sinceramente que tienen la situación bajo control.

El factor social: El asiento trasero es la primera escuela de conducción y la carretera es un campo de batalla.

Nuestro comportamiento en la carretera no surge de la nada. Está profundamente arraigado en las normas y patrones sociales que asimilamos desde pequeños. Como se señaló acertadamente en la conferencia, «la primera escuela de tráfico vial es el asiento trasero de un coche». Un niño que escucha a sus padres comentar agresivamente sobre las habilidades de otros conductores aprende que la carretera es un lugar para competir, no para cooperar.

Agresión y presión de grupo

El fenómeno de la furia al volante está en aumento. El buzón de correo «Alto a la Agresión Vial», creado por la policía, recibe decenas de miles de denuncias al año, lo que ilustra la magnitud del problema. Esto se debe no solo a la frustración, sino también a la aceptación social de «luchar por lo propio» en la carretera.

Al mismo tiempo, vemos el poder de la presión social cuando se dirige positivamente. Konrad Romik, secretario del Consejo Nacional de Seguridad Vial, señaló que años de campañas públicas han provocado un cambio radical en la percepción de conducir bajo la influencia del alcohol. Antes se trataba con ligereza, pero ahora se enfrenta a una tolerancia social nula.

Pasos hacia un mañana más seguro

Como conocemos las raíces psicológicas del problema, también sabemos cómo contrarrestarlo. El cambio no se producirá por sí solo; requiere un enfoque integrado y multinivel que aborde directamente estos mecanismos.

¿Podemos reprogramar la mente del Conductor?

. Educación dirigida (para la mente): En lugar de usar el miedo, necesitamos explicar. Las campañas financiadas por la UE que utilizan un lenguaje y autoridades dirigidas a grupos de riesgo específicos, como los conductores jóvenes, son más eficaces. El objetivo es demostrar que los cinco minutos que se «ahorran» conduciendo más rápido no justifican el riesgo de perder una vida.

.- Cambio de normas sociales (para el corazón): Al igual que lo logramos con el alcohol, debemos fomentar la intolerancia social hacia el exceso de velocidad y la agresividad. Promover actitudes prosociales y respeto mutuo en la carretera es clave.

.- Infraestructura y tecnología inteligentes (para hábitos): Las carreteras modernas y los sistemas a bordo de los vehículos pueden «perdonar» errores y corregir comportamientos de riesgo. Sin embargo, como bien se señaló, la tecnología solo es eficaz si el conductor está dispuesto a usarla o se ve obligado a hacerlo.

«La eficacia de la interfaz en un vehículo automatizado es crucial para la seguridad. Nuestra investigación ha demostrado que la combinación de varios estímulos (visuales, auditivos y vibratorios) puede reducir el tiempo de reacción del conductor hasta a la mitad en una situación crítica para recuperar el control», afirmó Aleksandra Rodak, Máster en Ingeniería (Instituto de Transporte Motorizado), durante la conferencia.

«Confiar en un manual de usuario para aprender los sistemas avanzados del coche no es suficiente. Nuestros estudios han demostrado inequívocamente que el método más eficaz es la formación práctica en un simulador o en una pista; solo así el conductor desarrolla una verdadera competencia», afirmó la Dra. Małgorzata Pełka, Ing. (Instituto de Transporte Motorizado).

La seguridad empieza entre las orejas

En definitiva, la clave para unas carreteras más seguras no reside solo en un asfalto nuevo o en un nuevo radar, sino en comprender lo que ocurre en la mente humana. La psicología del conductor es una compleja combinación de necesidad de control, atajos mentales y presión social.

«La etapa más difícil al implementar nuevos hábitos no es la decisión de cambiar, sino mantenerla, especialmente cuando surgen molestias, como el mal tiempo para un ciclista. La clave está en automatizar el nuevo comportamiento», afirmó la Dra. Ewa Odachowska-Rogalska (psicóloga del Instituto de Transporte Motorizado).

Solo cuando seamos conscientes de estos mecanismos y empecemos a trabajar en ellos —mediante una educación inteligente, la creación de normas positivas y el apoyo a tecnologías que ayuden en lugar de distraer— tendremos la oportunidad de lograr un cambio real. Porque el sistema de seguridad más eficaz es el que tenemos integrado en nuestra mente.

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