Una masa de frío polar procedente de Escandinavia cubrió gran parte de Europa este fin de semana y causó la muerte de al menos 24 personas en Polonia, Italia, Grecia y sus islas, República Checa, Bulgaria y Rusia, cuya capital vivió las navidades ortodoxas más frías de los últimos 120 años. El frío glacial, que se extendió en el norte y sur del continente, causó estragos en las carreteras, aeropuertos y obstaculizó sin duda la vida en Grecia, Turquía a Italia, tres países que acogen a decenas de miles de refugiados que carecen de viviendas apropiadas para protegerse del frío. Algunos de los fallecidos en las últimas horas fueron precisamente migrantes huidos de la guerra.
La tragedia de los refugiados alcanzó un grado dramático en una tramo de la frontera entre Bulgaria y Turquía, no protegida por un muro de alambres de espino para impedir la entrada de inmigrantes a Bulgaria y donde fueron encontrados los cuerpos congelados de dos iraquíes en un bosque. La ola de frío glacial estuvo también a punto de acabar con la vida de 19 inmigrantes ilegales que habían logrado llegar al Estado alemán de Baviera a bordo de un camión. El traficante abandonó el vehículo en un estacionamiento al aire libre de una carretera en las cercanías de la ciudad de Rosenheim. Con temperaturas de 20 grados bajo cero, los migrantes se atrevieron a pedir ayuda y, gracias a la intervención de la policía que les rescató, salvaron sus vidas. Eran 14 adultos y cinco niños.
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