
Mario Draghi cree que Europa debería centrarse menos en los aranceles externos y más en eliminar las numerosas barreras que aún existen para el comercio interno entre sus miembros. Hacerlo impulsaría la economía y la industria logística, pero algunos creen que corre el riesgo de deshacer los avances logrados en materia de sostenibilidad.
Desde la elección del presidente Trump, la amenaza de los aranceles se cierne sobre la economía europea . El comercio entre ambos socios ascendió a cerca de un billón de dólares en 2024, casi dos tercios del cual se compone de exportaciones europeas. La aplicación de aranceles del 25%, como ha prometido Trump, tendría un impacto significativo en muchos sectores del sector manufacturero europeo, así como en los miles de personas empleadas directamente. Sin embargo, Mario Draghi, ex primer ministro de Italia y autor del reciente informe sobre competitividad europea, ha destacado un desafío aún mayor y más sistémico para la economía europea: el de sus barreras internas.
En un artículo publicado recientemente en el Financial Times de Londres , Draghi cita cifras del Fondo Monetario Internacional (FMI) que sugieren que las barreras al comercio entre los miembros de la UE ascienden a un arancel equivalente al 45% para los fabricantes y al 110% para el sector de servicios. Estos niveles han significado que el comercio entre los miembros de la UE es sólo la mitad del que se da en los Estados Unidos, lo que crea un obstáculo para el crecimiento económico y da como resultado la pérdida de competitividad.
El FMI estima que reducir los costos del comercio intracomunitario para los estadounidenses mediante la inversión en infraestructura fronteriza, la apertura de sectores protegidos, la creación de una unión de mercados de capitales y una mayor coherencia en la regulación podría aumentar la productividad en un 6,7%.
Desde su fundación, la Organización Mundial del Comercio (OMC) ha logrado reducir con gran éxito las barreras arancelarias y no arancelarias que, en la era de la globalización, han alentado a los fabricantes europeos a deslocalizar sus productos a mercados de Asia y otros lugares. Esto ha significado que, desde 1999, el comercio como proporción de la producción económica de la eurozona ha aumentado del 31% al 55%, un aumento mucho mayor que en China o los Estados Unidos.
Al mismo tiempo, los costos comerciales de las importaciones de fuera de la UE cayeron más rápido que los de las importaciones internas. Durante muchos años, esta apertura al comercio global se consideró positiva (enmascarando las oportunidades perdidas dentro de la región), pero ahora se la ve cada vez más como una causa de vulnerabilidad de la cadena de suministro.
Draghi señala que reducir las barreras comerciales dentro de la UE, al mismo tiempo que se estimula la demanda mediante la desregulación y mayores niveles de inversión gubernamental, lograría un doble objetivo. En primer lugar, reduciría la apertura comercial y, por lo tanto, mejoraría la resiliencia europea en un momento en que no puede depender de sus principales socios comerciales.
En segundo lugar, crearía un enorme valor económico al liberar el potencial de los sectores manufacturero y de servicios de Europa sin necesidad de aumentar los aranceles. En otras palabras, la estrategia de Draghi evita el enfoque de «juego de suma cero» del presidente Trump, que sostiene que en el comercio internacional solo puede haber ganadores y perdedores.
Hay indicios de que las opiniones de Draghi sobre la desregulación están ganando terreno, como por ejemplo el reciente anuncio de la dilución de la Directiva sobre presentación de informes de sostenibilidad corporativa (CSRD, por sus siglas en inglés) y la Directiva sobre diligencia debida en materia de sostenibilidad corporativa (CSDDD, por sus siglas en inglés).
Sin embargo, la desregulación no es popular entre todos los partidos. Muchos grupos de presión ambientalistas creen que la «simplificación» de la regulación resultará en el debilitamiento de los compromisos de sostenibilidad. El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) dijo en una declaración: «La propuesta de la Comisión de excluir a más del 80% de las empresas del alcance de la CSRD, en lugar de proporcionar un estándar de presentación de informes proporcionado, creará importantes lagunas de datos, aumentará las cargas sobre las empresas y restringirá el acceso a la financiación sostenible, lo que en última instancia obstaculizará la prosperidad económica». También cree que limitar el alcance de la CSDDD pasa por alto los riesgos críticos en las cadenas de suministro globales, una opinión compartida por muchos.
Existe el temor en algunos sectores de que la dirección de la Comisión Europea esté considerando la desregulación de la misma manera que el presidente Trump ve los aranceles: un juego de ganadores y perdedores. La opinión contraria sostiene que la regulación genera un crecimiento económico sostenible. Sin embargo, en el actual entorno político, que prioriza el crecimiento económico y la autonomía estratégica, esta opinión parece estar perdiendo fuerza.
Resumen: Implicaciones para el sector del transporte de mercancías por carretera:
La reducción de las barreras internas en la UE tendría consecuencias positivas para el sector del transporte internacional de mercancías por carretera en Europa. Si Draghi tiene razón, los flujos de mercancías transfronterizos dentro de la región se ven frenados por estructuras heredadas de la época anterior al Mercado Único Europeo. Esto no significa necesariamente que los movimientos intercontinentales vayan a sufrir.
La liberación de valor de las manufacturas y los servicios dentro del bloque también estimulará la demanda de bienes de proveedores remotos de Asia y otros lugares, aunque no al mismo ritmo que el comercio intraeuropeo. El enfoque de Draghi supondrá un beneficio mutuo para el sector logístico a corto plazo, aunque muchos defensores de la sostenibilidad temen que, a largo plazo, las medidas desreguladoras de la Comisión sean contraproducentes.
Fuente: Ti Insight
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