Al correo electronico de Diario de Transporte, nos ha enviado su opinión Fernando J. C., un camionero, en el que deja su visión de como está en la actualidad la negociación sobre los coeficientes reductores para la jubilación anticipada de los conductores profesionales.
«El 4 de septiembre de 2024, CCOO y UGT anunciaron huelga en el transporte por la jubilación anticipada. Las movilizaciones comenzaron el 28 de octubre y continuaron los días 11, 28 y 29 de noviembre, 5, 9 y 23 de diciembre, culminando en una convocatoria de huelga indefinida.
Pero el 26 y 27 de noviembre, sindicatos y patronal alcanzaron un preacuerdo. ¿El resultado? La huelga desconvocada… y la jubilación anticipada sigue en el aire.
El Gobierno, incapaz de organizar siquiera el comité de valoración para los coeficientes reductores, fue aplazando una reunión tras otra: 28 de septiembre, luego al 2 de octubre, y ahora al 20 de octubre de 2025. ¿El motivo? Siguen sin comité. Una broma de mal gusto.
Esto no es un retraso administrativo. Es una burla descarada al sector del transporte de mercancías. Un insulto a todos los conductores profesionales, asalariados y autónomos, que día tras día sostienen la economía con su esfuerzo, mientras los de arriba se ríen en su cara.
Los sindicatos mayoritarios, en vez de defender a los trabajadores, actúan como marionetas de la patronal. Trileros de salón, sin vergüenza ni escrúpulos. Han traicionado a la profesión.
Pero lo más vergonzoso es el silencio cobarde de los propios conductores. La pasividad, la indiferencia, la apatía. Incapaces de alzar la voz, de plantarse, de decir basta ya. Preferimos mirar a otro lado mientras nos pisan. Eso sí, dejando la dignidad en la mesilla de noche.
¿Hasta cuándo vamos a seguir tragando?
La patronal tiene claro su plan: abrir las fronteras y traer mano de obra barata. No les interesa el relevo generacional ni el bienestar del conductor. Solo quieren más esclavos al volante. No pueden permitir que nos jubilemos antes, porque no tienen con quién sustituirnos.
Mientras tanto, nosotros, esperando a que los Reyes Magos y Papá Noel nos arreglen el futuro. No luchamos, no presionamos, no salimos a la calle. ¿Qué esperamos? ¿Un infarto? ¿Un derrame? ¿Qué nos revienten los años de abandono físico y mental?
Esto ya ha tocado fondo. La profesión se ha podrido. Y no por culpa de los políticos o la patronal. Sino porque los conductores profesionales han perdido los cojones.
Hay que presionar. Hay que exigir. Hay que volver a las calles. La lucha no está en los bares ni en las redes sociales. Está en los piquetes, en las marchas, en la unidad.
O peleamos ahora, o morimos lentamente en silencio».
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