Ayer, durante el apagón que afectó a gran parte del país, volvió a quedar en evidencia lo que tantas veces se olvida: los conductores y conductoras profesionales, tanto de mercancías como de viajeros, somos un pilar insustituible del funcionamiento de la sociedad.
Frente a pandemias, catástrofes, eventos multitudinarios o situaciones de emergencia como el corte eléctrico de ayer a nivel nacional, somos nosotros y nosotras quienes aseguramos que personas y bienes lleguen donde deben, que la vida continúe, y que no se detenga el país.
Y, sin embargo, seguimos siendo tratados como piezas de usar y tirar. La falta de reconocimiento por parte de las instituciones, en especial de los Ministerios de Transportes, Trabajo y Seguridad Social, es tan constante como dolorosa.
Seguimos luchando, año tras año, por unas condiciones laborales dignas, por turnos humanos, por descansos reales y por el simple derecho a la conciliación familiar y laboral.
Mientras se nos llaman «esenciales» en los discursos, en los despachos se nos ignora, a la vista está, llevamos esperando más de 13 años para que se nos reconozcan como profesión de riesgo y penosa, debido a la gran siniestralidad que tenemos.
Somos personas trabajadoras del sector servicios y de jornadas especiales, muchas con décadas al volante, y lo único constante en nuestras carreras es la lucha por lo justo. No pedimos privilegios.
Exigimos respeto. Exigimos condiciones laborales acordes con la responsabilidad que cargamos cada día.
Hoy, como ayer, seguimos conduciendo. Pero ya es hora de que alguien en los ministerios se suba al mismo autobús o a un camión de la realidad que nosotros llevamos años conduciendo.
Se eliminarán los comentarios que contengan insultos o palabras malsonantes.