Ayer el informe de Mario Draghi presentó un duro espejo a los líderes de la UE: el bloque está rezagado respecto de sus homólogos mundiales debido a la falta de inversiones, la lentitud de la innovación y los altos precios de la energía. Sin embargo, las ONG verdes piden cautela en los objetivos y soluciones propuestos: para que Europa sea verdaderamente líder, debe centrarse en una carrera hacia la cima, que coloque a las personas y al planeta en el centro de su estrategia industrial.
Christian Schaible, responsable del sector de contaminación cero de EEB, afirmó que :“Una carrera para superar a China y Estados Unidos no solo es económicamente insostenible, sino que solo alimentará aún más las tensiones geopolíticas. La verdadera ventaja competitiva de Europa radica en liderar una transformación global, impulsando la desintoxicación, la descontaminación y la restauración. Para combatir la desindustrialización en sectores críticos y asegurar una prosperidad duradera y resiliencia económica, los líderes de la UE deben centrarse en una política industrial coordinada que priorice las asociaciones justas, los empleos verdes de calidad y los más altos estándares ambientales y sociales. No se trata solo de facilitar la transición verde para las industrias, sino de hacerlo bien. La competitividad no es el objetivo final: proteger el planeta y a su gente lo es»».
Estas son la reacciones de T&E a cada una de las secciones del informe:
Cerrando la brecha de innovación
La UE debe seguir impulsando la innovación, pero no puede hacerlo a expensas de las personas y la naturaleza. Europa necesita aumentar su capacidad de fabricación con bajas emisiones de carbono e invertir en sectores críticos para la transición ecológica (como la educación, la salud y la asistencia social), pero el crecimiento de la productividad no debe ser el objetivo final de la innovación; el bienestar de las personas y del planeta debe seguir siendo la prioridad. Una industria europea verdaderamente competitiva e innovadora con respecto al resto del mundo es aquella que puede lograr una transición justa y equitativa al tiempo que opera dentro de los límites planetarios. Esto incluye la creación de empleos de calidad, la provisión de ingresos y medios de vida dignos, el apoyo a un medio ambiente saludable y la defensa del principio de que quien contamina paga.
Un plan conjunto de descarbonización y competitividad
Draghi considera, con razón, que la descarbonización es un factor decisivo para reducir los costes energéticos de Europa y aumentar la seguridad, pero cae en la peligrosa trampa de defender un enfoque “tecnológicamente neutro»», que daría el mismo trato a todas las tecnologías, incluidas la nuclear y la captura y almacenamiento de carbono (CCS), junto con las renovables, en términos de permisos y financiación. Según el IPCC, la nuclear y la CCS se encuentran entre las tecnologías menos eficaces para mitigar el cambio climático. Equipararlas con las renovables, que se pueden construir mucho más rápido y a un menor coste, retrasará la descarbonización y conducirá a precios energéticos más altos para la industria europea.
La transformación industrial proporcionará importantes beneficios colaterales para la calidad del aire y la consecución de los objetivos de circularidad y medio ambiente no tóxico, pero el informe carece de reafirmación de esos objetivos. Redefinir el “objetivo de la UE»» como holístico y alineado con la contaminación cero será clave, pero no hay una sola mención a la industria de la UE como proveedor de soluciones para servicios de agua sostenibles, producción de alimentos u otros servicios esenciales para la vida; la falta de aclaración sobre si los “sectores estratégicamente importantes»» son de hecho compatibles con la producción sostenible y el abordaje de la triple crisis planetaria es una clara deficiencia del informe Draghi.
Aumentar la seguridad y reducir las dependencias
Diversificar las cadenas de suministro de materias primas de la UE es vital para la política industrial europea, pero requiere un diálogo continuo, colaboración, inversión, así como transferencias financieras y tecnológicas para hacer de la asociación con la UE una iniciativa atractiva basada en la distribución de beneficios. Además, la UE debe garantizar que las asociaciones incluyan medidas vinculantes de diligencia debida, participación pública, consentimiento libre, previo e informado, así como mecanismos de transparencia para garantizar que las asociaciones conduzcan a la urgentemente necesaria carrera hacia la cima de las actividades extractivas.
Fundamentalmente, no se puede lograr aumentar la seguridad del suministro sin iniciativas activas de reducción de la demanda. Si bien la circularidad, el reciclaje y la eficiencia de los recursos son aspectos importantes, las medidas de suficiencia a menudo se pasan por alto en los debates sobre la seguridad del suministro. Sin embargo, la suficiencia (reducir el consumo general) es la palanca más poderosa para aumentar la seguridad y reducir la dependencia.
Financiación de las inversiones
La UE carece tanto de fondos suficientes como de un mecanismo coordinado entre los Estados miembros para tener una política industrial eficiente. El informe destaca este aspecto al mencionar la necesidad de contar con recursos financieros masivos y de nuevos fondos conjuntos. La financiación privada será fundamental para impulsar las inversiones, pero no solo estará lejos de ser suficiente para generar el nivel de financiación necesario para garantizar una transición verde y social en Europa, sino que también es problemática, ya que conduce a la concentración del mercado y al aumento de los beneficios privados .
La inversión pública no solo es esencial para colmar las lagunas, sino que también es fundamental para orientar eficazmente las inversiones hacia dónde deben dirigirse. Por eso sostenemos que la única manera de avanzar para resolver las múltiples e interconectadas crisis de Europa (clima, naturaleza, desigualdad social) y la débil economía es establecer un instrumento de inversión permanente de la UE de al menos el 1,6 % del PIB de la UE al año para que los Estados miembros inviertan en sectores de importancia crítica para la transición a una economía del bienestar y un planeta seguro.
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