En ese contexto, el transporte de mercancías, celebró el hecho de que, después de muchos años, el ministerio del sector tuviera el nombre de “Transportes», aunque fuera el inicio de un nominativo más largo al añadir las palabras “Movilidad Sostenible».
Era, sin duda, un buen comienzo. Asociaciones, empresas, expertos del inmenso mundo del transporte de mercancías – sumando la carretera, marítimo, ferrocarril y aéreo-, esperaban que al saber cuáles eran las materias que serían sus competencias, ayudaría a conseguir más agilidad a la hora de aprobar leyes; conseguir ayudas, en definitiva, colaboración para solucionar los problemas de las empresas.
El problema, y eso que era un hecho que se conocía porque sucedía siempre, es que el Gobierno actual –como lo hicieron los anteriores-, consideran la cartera de Transportes y Movilidad Sostenible, un área especialmente sensible para poder gobernar con más o menos placidez.
El enorme presupuesto que maneja –los últimos presupuestos aprobados en 2023, lo dotaron con más de 21.273 millones de euros- y el hecho de que en sus manos esté la movilidad general del país (mercancías y también viajeros), convierten al ministerio, y por ende a su ministro, en una cuestión más de política que de gestión de infraestructuras claves para el desarrollo de la economía.
Político de raza
En ese entorno, más complejo aún si recordamos los problemas que conlleva gobernar en minoría, no extrañó la elección de ministro.
Oscar Puente, el elegido, es una persona –al menos eso se vende desde el Gobierno-, de total confianza del presidente y, además, tiene el carisma político que se creía necesario para manejar cuestiones muy complejas, ya hemos mencionado el ministerio y algunas de las empresas públicas más importantes de la actualidad.
Por su parte, Puente, parecía haber encontrado “su sitio». El que le daba la importancia – no es precisamente modesto- que el creía merecer y poder, mucho poder, al menos económico. Sus primeras decisiones, siguieron el guión establecido por la presidencia del Gobierno: apoyo por el ferrocarril y especial atención al medioambiente, a la descarbonización de un sector calificado de muy contaminante.
Cumplió otra máxima del Gobierno actual: nombrar varias mujeres en cargos de importancia como la Secretaría General de Transportes o la Dirección General de Transporte por Carretera o Ferrocarril. Importante mostrar la «vena feminista» del Ministerio.
Se podría decir que “miel sobre hojuelas». Gobierno contento, Oscar Puente, satisfecho. Y descarado en sus respuestas, y poco atinado con el transporte de mercancías por carretera, pero, tiempo al tiempo, la carretera esperaba, expectante, un cambio en sus prioridades y que de una vez se preocupara más de las mercancías que de los viajeros, aunque potenciar el primero no gane tantos votos, como el segundo.
Todo llegaría. La cuestión es que no llegó. Lo que sí llegó fue el “caso Ábalos«, las consecuencias derivadas de las acciones realizadas por su antecesor en el cargo, José Luis Ábalos. Eso sí que no estaba en el guión.
No vamos a entrar a valorar o analizar nada de lo realizado por Ábalos, nada de lo que se sabe, se intuye o se sabrá. Lo que si podemos decir es que la decisión, rápida muy rápida, de apartarlo de todos los cargos en el Gobierno y en el partido, tal y como se están desarrollando las cosas es evidente que no consiguieron su objetivo: parar el escándalo y demostrar que el actual ministerio estaba dispuesto a ser claro con lo sucedido, “cayera quien cayera».
Y cayeron, varios cargos de diferentes departamentos y empresas dependientes del ministerio tuvieron que dejar sus cargos, pero el ruido no cesó. Ni parece que vaya a cesar en unos cuantos meses, para desgracia del sector, de las empresas y trabajadores del transporte de mercancías y viajeros, que tienen que ver como su ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, lleva el nombre que desean, pero todo indica que su cabeza, sus pensamientos están muy lejos de lo que necesitan.
En el tintero la aprobación de las 44 toneladas, transporte por carretera; las ayudas para la descarbonización de la flota; dinero para carreteras –menos ferrocarril, más carretera-, infraestructuras ferroviarias; la euroviñeta, o finalizar el arreglo de todo lo destruido por la DANA, entre otra infinidad de cuestiones vitales para miles de empresas.
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