Hace unos días pasa un trailer con un contenedor de mercancías peligrosas por callejuelas de un barrio de Madrid, antes de que se metiera más le paro y pregunto: «¿Donde vas?, de aquí no sales».
El conductor: de países del Este, con un camión español matriculado en Tarragona, me enseña el parte de trabajo y pone una dirección de una pequeña calle. Esto no es posible, será el domicilio fiscal y marco el número de teléfono que ponía. Era una fábrica de un polígono industrial de Getafe.
Le comento: «Tú estás loco, si miras el parte es imposible, como no preguntas a tu jefe o llamas al número de teléfono como he hecho yo». Contesta: «A mí me da igual yo a la dirección del papel, mi empresa sabrá».
Detalle curioso: Hubo que llamar a la policía municipal para sacarlo marcha atrás y la policía ni denunció por circular con un trailer por un pequeño barrio de Madrid, ni por meterse por callejones con mercancías peligrosas. Le tuve que sacar hasta la A-42 y ni las gracias me dio.
Culpa de todo las empresas: por abaratar y ahorrar gastos en personal, la administración por permitir cualquier tipo de contrato y la autoridad por controlar solo cuando ocurren tragedias. (Fotografía: Archivo de Diario de Transporte)
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