Opinión

Suenan voces que llaman a movilizarse a los transportistas. Camionero García. Opinión

Hacer llamamientos a la movilización con tintes violentos no va a dar un mejor resultado sino que va poner a la sociedad en contra
Movilizaciones de transportistas. Foto de archivo
Movilizaciones de transportistas. Foto de archivo
Suenan voces que llaman a movilizarse a los transportistas. Camionero García. Opinión

Vuelven a oírse tambores de guerra en el sector del transporte de mercancías por carretera y posiblemente no sea para menos.

Quizás lo conseguido en el paro del año pasado no esté dando los resultados que se esperaban. Tal vez la inspección sea demasiado lenta respecto a las pretensiones de una parte del sector. Pudiera ser que los más afectados tampoco están actuando a favor de sus propios intereses o quizás el desánimo pasa factura y los transportistas no creen más que en su propio hacer diario y eso de luchar por un colectivo es algo del pasado y que siempre fue efímero.

Pero todo esto deja un mensaje que no es nuevo y que se repetirá en el tiempo si uno mismo no pone remedio y es la incapacidad del transportista por repercutir los costes al precio del transporte a sus cargadores, que es el verdadero problema que existe en el sector, ya sea por mantener al cliente o por eliminar competidores del mercado.

Todo esto tiene una consecuencia directa que no es otra que el hartazgo del personal en este sector y que no trae nada halagüeño para el futuro. Futuro que se muestra muy negro si no se ataca el problema de los salarios y las condiciones de los trabajadores del sector y del que es culpable la parte patronal con su falta de reconocimiento a sus trabajadores, porque el esfuerzo no se paga con abrazos, sino en euros y mejores condiciones.

Hacer llamamientos a la movilización con tintes violentos no va a dar un mejor resultado sino que va poner a la sociedad en contra, además de que presionar al sector bajo amenaza no es unir, sino todo lo contrario. Porque si por algo no funciona el sector es por las propias formas de actuar de cada uno respecto a los demás.

Quizás no se entiende bien lo de la competencia salvaje en el transporte o lo de trabajar a pérdidas para eliminar competidores o lo de acaparar trabajo y luego subcontratar y volver a subcontratar, pero esto no es algo que imponga ningún gobierno, sino que es el propio sector el incitador de estas prácticas.

Porque si lo que se pretende es que un gobierno fije precios o ponga unos mínimos obligatorios, que espere sentado, porque es algo que no va a ocurrir, más que nada porque las leyes europeas de la competencia no se lo van a permitir y eso, lo sabemos todos.

Así que como no se es capaz de decir que no a los abusos ni a los portes a pérdidas, ni tampoco hay capacidad para influir en el mercado tirando los precios hacia arriba, sino todo lo contrario, habrá que medir bien contra quién va dirigido un posible futuro paro.

Las opciones son pocas, más bien dos, una contra los cargadores y operadores y la otra contra el gobierno y esta última puede poner parches, pero soluciones reales solo las puede poner el propio transportista y visto cómo ha evolucionado este último año con las normas implantadas en los reales decretos y el poco efecto que ha causado en el mercado, habrá que meditar mucho los pasos a dar, no vaya a ser que se repita lo de noviembre y todo acabe en un fracaso estrepitoso del que cueste salir después. 

Y un fracaso del llamamiento también puede darse, como ha quedado demostrado muchas veces.

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