Opinión

No hay una verdad absoluta. "Camionero García". Opinión

Para unos, la situación es catastrófica mientras que para otros, su realidad es bien distinta
Foto de archivo
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No hay una verdad absoluta. "Camionero García". Opinión

Como digo en el titular, no hay una verdad absoluta, ni nadie es dueño de la verdad absoluta, tampoco en el sector del transporte de mercancías por carretera. Puede haber diferentes interpretaciones según la situación de cada uno. Para unos la situación es catastrófica mientras que para otros su realidad es bien distinta. 

Y digo esto por las diferentes opiniones que se vierten en cada cuestión que sale a la palestra. Nunca habrá acuerdos comunes, siempre salen los egos, los intereses y las servidumbres de cada uno, porque igual que el valor en esta actividad, cada uno tiene un precio y así se venden, barato por cierto y algunos por el gasoil o un simple bocadillo.

La tan ansiada unión deja de serlo cuando toca ceder posiciones y eso no gusta a nadie cuando parte de los intereses de uno, hay que posponerlos en beneficio de otros y en este tema surgen muchas dudas. Y surgen dudas, porque quizás quien más se queja es el que menos cumple con las normas, quien más se somete a los abusos de las agencias y operadores y tal vez sea el que más competencia desleal ejerce y esto significa que se le exige al que mejor gestiona una solidaridad, que no existe en sentido contrario.

Todo esto que parece un embrollo en si, sí es una realidad palpable, como lo es elegir amigos de viaje y descartar a otros porque la ideología no gusta, porque la bandera es diferente o por ser de un lugar u otro. Esto en mi opinión es no estar a la altura de las circunstancias, cosa a la que estamos muy acostumbrados en este sector.

Estamos muy acostumbrados a bordear las normas laborales, de tiempos de conducción y descanso y las de tráfico. A creer que nunca vamos a estar involucrados en un accidente, a sufrir una enfermedad que nos impida trabajar, a ser sometidos a una inspección, a encontrarnos en una situación delicada que nos supere y a creer que las verdades se amparan en situaciones personales sin reflexionar sobre los datos que faltan o sobran para juzgar a los demás.

En ese yoismo es en el que nos movemos, el "mí" es prioritario frente al colectivo y el "y tú más" un catecismo donde justificarse. No digamos las faltas de respeto, la mala educación y la falta de formación que existe tanto en trabajadores como en empresarios a la hora de ejercer en su quehacer diario. 

Todo es un sacaperras a la hora de obtener mejor formación, todo son impedimentos para hacer el trabajo, todo son excusas para no aceptar responsabilidades y no hablemos de profesionalidad, porque en este tema nadie nos supera, eso sí, muchos con el conocimiento justo para pasar el día y no cagarse encima. Perdónenme la expresión. 

Lo dicho, cada uno vive su verdad, su realidad, hacen de su capa un sayo y entienden la profesión a su manera, con sus condiciones, sus aciertos y su indiferencia hacia los demás. Así es nuestro sector y las gentes que lo habitan y a pesar de todo hay que ser respetuosos los unos con los otros, aunque esas libres interpretaciones luego tienen consecuencias y son las que hoy día vivimos y soportamos. 

No hay mucho más que decir y qué hacer, pues el sector vive un declive hacia la precariedad crónica, un gueto laboral donde prima la fuerza bruta frente a la inteligencia, el insulto frente al respeto y el yo frente al colectivo y todo ello aderezado de discursos mesiánicos que no van más allá de engordar egos personales y algunos bolsillos, eso sí, siempre bien defendidos por los analfabetos funcionales necesarios de turno. 

Termino con un poema de Antonio Machado, para darle un halo de cultura que permita una reflexión:

"Tu verdad, no la verdad;

y ven conmigo a buscarla.

La tuya guárdatela ".

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