Opinión

A propósito de la subvención al gasóleo. La opinión de Salvador Egea Llull

A propósito de la subvención al gasóleo. La opinión de Salvador Egea Llull
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A propósito de la subvención al gasóleo. La opinión de Salvador Egea Llull

Las tinieblas se disiparon en el horizonte cuando al fin se anunció la respuesta. La CNTC sale a celebrar la buena nueva, sus oraciones han sido escuchadas y la providencia les honra con la continuación de la bonificación del gasóleo. De nuevo hayan la paz que les fue robada a medida que los días morían y la fecha del fin se hacía próxima. Aunque, más bien, la paz se la extirparon ellos mismos en la ambición de hacer cuantos más viajes, mejor. Olvidaron qué profesión empresarial emprenden y lo que conlleva. Buscan ahora que les solucionen un problema que no existe y que ellos mismos han permitido que crezca como un cáncer.

Parecen haber sabido coger la medida a los de arriba para que estos ofreciendo confusión, hayan optado por mantener la bonificación. Me pregunto qué tipo de presión o argumentos han alegado para que continúe el descuento. Obviamente se “amenazaría” con parar, obviamente. Quizás el Gobierno no tenga ganas de batallar con esta gente o tenga un plan B, o piense que se apañen los que vengan detrás o puede que apliquen el refrán de “para lo que me queda en el convento, me **** dentro”. En este circo ibérico, que cantaba Ska-P, todo es posible.

Sinceramente no puedo apoyar esta decisión y no la puedo compartir. En el día que escribo estas líneas, he repostado el camión y el precio estaba en 1,58. Si descontamos los 20 céntimos del Gobierno, son 1,38 y si aplicas los 7 céntimos de descuento de la gasolinera por repostar ahí siempre, hablamos de 1,31. Seamos sinceros, es un precio viable, al menos ¿No?. No estamos hablando de 1,80 o 1,90 como se llegó en su momento. Con estos precios, puedes mover tu vehículo sin pérdidas, y si las tienes, pues joder, tendrás que empezar a ver dónde demonios yace el agujero negro que se come tu beneficio.

El petróleo fluctúa su precio y no se sabe por donde van a venir dadas, sin duda. Pero esta ayuda no es justa, ni necesaria, no para quien opera en el transporte. Estás en un sector que la materia prima son dos: vehículo y combustible. Y el combustible es algo que, maldita sea, me resulta manido y vergonzoso volver a escribirlo: debes repercutirlo en tus precios y contratos. ¡Parecen mendrugos, por Dios!.

Si se debe bonificar, ayudar, auxiliar, oxigenar, prestar ayuda, ofrecer impulso o asignemos el eufemismo que queramos al sector, por esta regla de tres, y aun entendiendo y defendiendo que somos el sector que mueve el mundo prácticamente, ahora mismo estamos jugando con ventaja. Por lo ya dicho, si te metes en esto, debes entender que tu negocio, la base es el gasóleo. Sin él, no puedes mover las mercancías, por tanto, tienes que tener bien claros tus números. ¿Qué hay del resto de sectores más débiles que necesitan verdaderamente ayudas y medidas? ¿No se manifiestan? ¿Su patronal no se une?.

La solución a este tipo de situaciones no puede ser el de poner dinero del contribuyente, el cual, paga tanto esa ayuda como el coste final, porque somos el usuario final, el que paga el coste total de producción, almacenaje, transporte, venta, I.V.A, etc. Tiene gracia el asunto si lo piensas. Entiendo y respeto a quien tiene valor de montarse un negocio desde cero, corre un riesgo importante en caso que la cosa vaya mal, pero lo que no se puede permitir, a mi humilde e ignorante entender, es que si algo va mal, te subvenciono o te rescato.

Hay sectores clave, empresas grandes e importantes que pueden ejercer presión. Entiendo se debe ofrecer ayudas puntuales y claves, al igual que opino que esa ayuda, subvención o rescate, debe ser devuelta, con comodidad y facilidades, pero se debe poner límites. Porque si de subvenciones hablamos, tenemos para rato. La cuestión es que no tienen motivos para prorrogar este descuento y que habrá que ver que pasa cuando el Gobierno cambie de signo político y de ideal.

Manteniendo este descuento, lo que van a hacer ahora es tener más margen de maniobra, obtener un margen algo mayor de beneficio o a lo mejor ahora, ya pueden aceptar portes basura hacia un destino. Total, la vuelta en vacío ya no duele, paga el Gobierno. Sin duda alguna, que se puede esperar de la patronal. Cada quien pide para sí mismo, como quien lanza monedas al pozo de los deseos, habrá a quien se les conceda y a quien no; y parece que a la patronal se le está concediendo, si no todo, bastante.

Es una pena, porque obviamente van a pedir a favor de ellos, a favor de lo que les perjudica, olvidando por supuesto al trabajador, a éste basta con mantenerlo satisfecho. Veremos cuando de nuevo se termine esta ayuda si siguen con el cuento, o el sol brilla en lo alto y consideran que no es necesario seguir pidiendo socorro.

Esta es solo una parte de la novela. Tengo curiosidad por ver que pasa cuando la cosa se ponga turbia y seria con el circo de electrificar todos los vehículos. Veremos los desgraciados que no puedan renovar flota a quien lloran, quien les va a escuchar, quien les va a ayudar entonces. ¿Las cooperativas? ¿El Estado? ¿El banco? Cuando el camión eléctrico cambie el actual sistema, veremos que reforma se exige, porque traerá cambios consigo. Cuando el precio de la luz se dispare por entonces y haya que llenar las baterías ¿También solicitarán una bonificación que pagaremos todos?

En fin, todo esto me resulta casi una locura. Entiendo, como he dicho, la importancia del sector y su poder, pero no veo justo que se ayude a quien no necesita la ayuda y a los empresarios y autónomos de otros sectores se les esté dando de lado. Paradojas de la democracia quiero pensar.

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