Opinión

Cuenta la leyenda que los camioneros comían en restaurantes. La opinión de Salvador Egea Llull

Cuenta la leyenda que los camioneros comían en restaurantes. La opinión de Salvador Egea Llull
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Cuenta la leyenda que los camioneros comían en restaurantes. La opinión de Salvador Egea Llull

Cuenta la leyenda que si circulas en tu turismo realizando un recorrido cualquiera y por necesidad se debe alimentar el cuerpo, la mejor opción para parar es allá donde localices gran cantidad de camiones en el parking, ello es sinónimo de que se come bien.

Es algo que los viejos del lugar todavía afirman que es así, otros opinan lo contrario, y otra opción es que simplemente el parking es amplio y dispone de espacio suficiente para que estacionen los camioneros. Antaño los horarios en el transporte eran los mismos, solo que con menos prisas y menos estrés. No había horarios para comer o para cenar, pero esto se podía realizar en muchos lugares fuera de horario y siempre se estaba bien servido y bien comido. Hoy, se siguen viendo camiones estacionados en bares, claro que sí, pero ¿Cuántos hay consumiendo menú? Pocos, porque el menú debe subir su coste para mantener el negocio, pero el sueldo del conductor no sube, entonces toca comer del llamado cajón.

Dependiendo que convenio sea el tuyo, quizás tengas suerte y la dieta que establece el mismo logre alcanzar el coste de un menú de carretera, porque los hay que si de las dietas debieran alimentarse en su realización de su trabajo, famélicos y mal alimentados estarían mas de uno. El bocadillo se ha hecho el mejor aliado de más de uno, impulsado u obligado por el estrangulamiento de un horario tan severo que te resta disposición de tomar asiento cómodamente y dispongas de proceder a comer tranquilamente. Quien impone su valía e ignora las exigencias de una entrega a tiempo, las prisas de su jefe de tráfico por llegar, no le importa alcanzar la tercera recogida hoy y dejarla para mañana, entre otros ejemplos, no perdona y toma su tiempo para regenerar alimento.

Afortunado quien se permite un menú en estos días y agradecido se siente quien puede llevar alimentos dignos en el vehículo los cuales cocinar cual chef de carretera, ya sea al lado de los ejes del remolque, en la parrilla de la tractora, o resguardado del clima dentro de la caja del remolque, siempre acompañados del inseparable hornillo de gas, utensilio que se ha tornado esencial. Los sueldos no están ajustados y muchos no pueden permitirse el lujo de reservar un fondo fijo mensual para disponer de una comida caliente y decente en su ruta, sea esta nacional, internacional, regional. Quitarse el plato caliente de la boca conlleva para muchos pagar alguna factura extra en casa, ahorrar para algún posible agujero, o alargar el tedio de llegar a fin de mes que se torna igual de difícil en este sector que antaño estuvo pagado.

Habrá quien opine y me muestre en comentarios las fórmulas y las soluciones de que disponen o conocen para que esto que escribo no sea una realidad y digan que no es así, que quien no come es porque no quiere, etc. Pasamos de comer bien tanto nosotros fuera de nuestro hogar y mantener la familia con soltura, a privarnos de menús calientes para que el plato caliente esté en la mesa de los nuestros en lugar de la nuestra. Si tú comes mal, significa que ellos comerán bien. Que los vehículos dispongan de neveras, así como las portátiles particulares de 24V no son la excusa para privarse de un derecho. Son simplemente una ayuda, una comodidad más como lo puede ser el aire acondicionado o el calefactor autónomo, entre otros.

Las malas lenguas cuentan que todo esto es culpa de aquellos que se guardaban el dinero que percibían antes de emprender el viaje, sin mayor intención que hacer uso de la picaresca española y guardar ese dinero para engordar la cartera a final de mes un poco más. Por ende, con ese dinero destinado a las dietas, podías llenar tus cajones de comida, fría la mayor parte, y te sobraba la mitad o más. La teoría creo que no se sostiene por si misma, pero ¿Quién soy yo para ponerla en tela de juicio?.

El mayor beneficiado en que el conductor no perciba las dietas correspondientes, es el empresario, bien lo sabemos todos. Para un empresario obligado por ley a pagar las dietas, debe cumplir con ese gasto, porque no olvidemos que somos un gasto en el cómputo de cuentas generales de la empresa, si el conductor está por equis motivo parado un día fuera de su casa, pongamos que el gasto le ascienda al jefe unos 60€ de dieta y ese día el camión no ha realizado beneficio, el sistema de pago por kilómetro, mal implementado a favor del empresario, es la solución mágica que encuentra para eludir el pago de las dietas, pese a que después éstas vayan camufladas en la nómina fraudulentamente.

Si el chofer ese día por motivos ajenos a él, no produce, o hace poco kilometraje, al jefe le supone un gasto irrisorio, muy lejos de los 60€ diarios fijos por dieta, al jefe ya no le duele el bolsillo tenerte parado el tiempo necesario hasta encontrar un viaje de retorno. Tanto haces, tanto te pago.

Otra leyenda urbana cuenta que vivimos a cuerpo de rey, que no damos palo al agua, todo el día sentados cómodamente, viajando gratis, de bar en bar, libres, y como no, casi ricos. Dice aquél desde la ignorancia, la superficialidad reina en la sociedad y en nuestra rutina, que podemos esperar. Ricos como los de antes ya apenas quedan, la mayoría está jubilado o cerca de la jubilación. Aquél que supo hacer sus números y luchó lo suyo, puede hoy tener un último aliento hasta que el cuerpo guarde reposo en la caja, esta vez de madera y no de chapa.

Hoy, te puedes sentir rico si llega el día de pago y tienes el ingreso de tu nómina en el banco, el trabajo es estable y las condiciones pactadas son beneficiosas para ambos. La riqueza del transporte en la que se ingresaban cifras desorbitadas murió hace mucho, la fiebre del oro terminó. Pese a ello, la ignorancia reinante asume que los billetes no entran en nuestros bolsillos.

Del mismo modo que el transporte en general ha aumentado su valor y su importancia en el desarrollo mundial, los salarios y las condiciones de quienes hacen que esto sea posible ha ido disminuyendo. No hablamos de autónomos o asalariados. Antaño hacía dinero ambos, tanto el autónomo, como el asalariado. Sencillamente, se pagaba lo que se tenía que pagar, fin del debate. Otra cosa es que hace cada cual con sus ingresos, cuentas y dinero.

No se debe olvidar que el dinero ganado por entonces no fue nunca regalado, el esfuerzo y el sacrificio se seguía manteniendo de igual modo que se mantiene hoy. De echo las condiciones eran mas duras, pero compensaba sudar sangre. El dinero entiendo que no lo es todo, pero ello no respalda el actual sueldo que se percibe por ejercer la profesión. Cuando hablamos de mejoras siempre hablamos de subir sueldos, es lo primero que mencionamos, pero nunca debemos olvidar que al margen del dinero, debemos reclamar muchas más cosas tan necesarias como un sueldo digno.

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