Opinión

“En qué manos estamos". Por Manuel Pérezcarro Martín

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Un conductor de camión
“En qué manos estamos". Por Manuel Pérezcarro Martín

Alguna otra vez he utilizado el título de tonto con galones para definir a aquellos tipos que por los azares de la vida, que no por méritos propios, se han encontrado de repente en un puesto de responsabilidad revestidos de cierta autoridad, pero que intelectualmente, no dan mucho de sí.

Esta clase de personajes suele aterrizar en la política y, a mi juicio, pueden ser peligrosísimos por las ocurrencias que pueden tener y el efecto legal de las mismas.

Pues bien, quédense ustedes con este nombre: Georges Bach, europarlamentario del Partido Social Cristiano de Luxemburgo, miembro de la Comisión de Transportes y Turismo, de profesión ferroviario que ha ejercido como Presidente del sindicato de ferroviarios SYPRO LUX y con formación secundaria técnica, según consta en su currículo profesional.

Pues bien, este señor, que probablemente no se ha montado en un camión en su vida, ha propuesto una serie de enmiendas al proyecto de modificación del Reglamento CE 561 sobre tiempos de conducción y descanso, que han sido aprobadas por la Comisión de Empleo del Parlamento Europeo, lo que todavía es más grave.

Este organismo de la Eurocámara, según la información publicada en medios especializados, ha hecho una interpretación restrictiva de la regulación y pide un cumplimiento estricto de los tiempos de conducción y descanso, así como que se oficialice que el descanso reducido deberá realizarse fuera de la cabina y, de manera preferente en los hogares de los conductores, lo que obligará a las empresas a correr con los gastos de desplazamiento desde el lugar donde esté el vehículo hasta su casa sin que, además, el tiempo de viaje cuente como descanso.

De igual modo, siempre que no sea posible el traslado, el alojamiento de los chóferes correrá a cargo de la empresa y se realizará en un lugar a la elección de cada conductor.

Es cierto que las enmiendas no se quedan ahí y que indican además que los Estados miembros deben garantizar la disponibilidad de suficientes áreas seguras de estacionamiento que se adapten a las necesidades de los conductores, menos mal.

Lo razonable, a todas luces es que se disponga de esas áreas de descanso seguras y en número suficiente como ha venido demandando el sector para que los descansos se puedan realizar en ellas garantizando unos buenos servicios adecuados a las necesidades de las tripulaciones y una protección física del vehículo y la mercancía transportada.

Ello no implica que el descanso no se pueda realizar en cabina cuando los vehículos estén equipados con cama o litera y demás elementos que le permitan el desarrollo de su intimidad personal como ocurre en los camiones modernos en los que los fabricantes se han preocupado muy mucho de diseñar unas cabinas lo más cómodas, amplias y confortables posible equiparables y superiores en muchos casos a las auto caravanas.

Si nadie le pone pegas a dormir en un auto caravana y utilizar el resto de los servicios que ofrecen los camping, no es razonable pretender que el conductor de un camión tenga que utilizar un hotel para descansar. Lo que sí es necesario que existan esas áreas de descanso seguras con servicios diversos y de calidad para las tripulaciones, a fin de que su descanso sea lo más placentero posible.

La IRU (Organización Internacional del Transporte por Carretera) previendo la barbaridad que sería que los conductores  tuviesen que hacer el descanso fuera de la cabina, invitó a pasar la noche a otros dos eurodiputados, Win van de Camp, cristiano demócrata holandés,  e Ismail Ertug socialdemócrata alemán, para demostrarles que la cabina de un camión es suficientemente cómoda para realizar el descanso, y así lo entendieron tras la experiencia, pero también estuvieron de acuerdo en que es necesario que las áreas de descanso dispongan de buenas condiciones sanitarias, de restauración y estacionamiento seguro que permitan un buen descanso a las tripulaciones.

Son los Estados los que deben dotar de estas infraestructuras necesarias y no exigir a las empresas soluciones inviables. Pero cuidado con las ocurrencias porque un tonto con galones puede ocasionar daños irreparables.

Manuel Pérezcarro Martín

Secretario General