Opinión

"Engañabobos y otras lindezas". Opinión de Manuel Pérezcarro Martín

"Engañabobos y otras lindezas". Opinión de Manuel Pérezcarro Martín
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"Engañabobos y otras lindezas". Opinión de Manuel Pérezcarro Martín

Un engañabobos, o mejor un engañanecios, es la persona que pretende embaucar o deslumbrar. Embaucador, es la persona que engaña o alucina, prevaliéndose de la inexperiencia o candor del engañado. Iluminado: Persona que, sin atender a razonamientos, cree estar en posesión de la verdad absoluta. Chulo, es el que habla y obra con chulería. Faltón, el que ofende al hablar.

Estas definiciones son las que da la RAE a los calificativos a los que hago mención más arriba.

Pues bien, al señor del parte, antes diario, ahora semanal, que dice representar a la mayoría del sector del transporte, no sé si le encajarán estos calificativos o, simplemente se comporta de esta manera para captar adeptos. Como no lo conozco personalmente, lo mismo es un tipo magnífico que está desempeñando un papel. No obstante, no estamos en un teatro y lo que se dice tiene sus consecuencias.

Al grano: en su último parte cronometrado y cansino como todos, y como consecuencia del enorme fracaso que supuso la última convocatoria de un paro nacional indefinido, manifiesta que, tras miles de llamadas recibidas, la gente le pide no abandonar el barco, tras el plan maquiavélico que, según él, han orquestado los legítimos representantes del sector para que los medios de comunicación emprendan una batalla de acoso y derribo hacia su persona.

Que detrás de todo esto está la mafia de la corrupción de determinadas asociaciones que son chusma, gentuza que intenta derribar su asociación y que, lo que han hecho, lo van a pagar y que aquél que se ponga por delante, que se acoja a las consecuencias. Acusa, además, a estas asociaciones de cobrar subvenciones para cursos de formación que no se dan. Acusa a los operadores de transporte de ladrones y otras lindezas por el estilo.

Vamos, manifestaciones suficientes, a mi juicio, para ponerle una querella, o, si está convencido de que son ciertas, la querella la debe poner él y denunciarlo –que tanto le gusta- a la Inspección del Transporte o a la Guardia Civil.

Por último, este señor, por llamarle de alguna manera, se irroga los logros conseguidos por el Comité Nacional del Transporte como si fueran suyos, logros que, por supuesto, no se hubiesen alcanzado, sin utilizar métodos intimidatorios, en lugar de por medio de la negociación como hace la gente civilizada.

El último de los logros de los que alardea, no sé si es para echarse a reír o para dar pena por su ignorancia.

Presume que ha logrado movilizar a la Inspección del Transporte para que diseñe un Plan de Inspección para combatir las conductas perversas de los cargadores y operadores.

Mire usted, los Planes de Inspección del transporte por carretera, se vienen realizando desde la entrada en vigor de la Ley de Ordenación de los Transportes Terrestres de 16 de julio de 1987, que los regula en su artículo 35, 2 que dice textualmente: “Se perseguirá el aumento de la eficacia de la función inspectora a través de la elaboración periódica de planes de inspección que darán a las actuaciones inspectoras un carácter sistemático y determinarán las líneas generales directrices de las operaciones de control de los servicios o actividades que puedan requerir actuaciones especiales.

La elaboración de la planificación se llevará a efecto de forma coordinada con los órganos competentes para la vigilancia del transporte terrestre en vías urbanas o interurbanas, a fin de lograr una adecuada coordinación en la realización de las distintas competencias de vigilancia e inspección. Asimismo, en dicha elaboración podrá recabarse la colaboración del Comité Nacional del Transporte por Carretera.”

A estos planes se tiene fácil acceso a través de la web de la Dirección General del Transporte Terrestre, o solicitándolos directamente a este organismo o al correspondiente en cada una de las Comunidades Autónomas.

¿Le ha quedado claro? Pues eso.

Foto de archivo