Cuando El Corte Inglés llegó a mi ciudad. El cambio en el transporte que se viene. La opinión de Fernando Guillén

En 1986 abría sus puertas en mi ciudad una auténtico gigante: El Corte Inglés. Anteriormente habían llegado Alcampo, Pryca, Continente. Pero El Corte Inglés marcó un antes y un después. Fue una conmoción para el comercio de la ciudad. Era el fin. El centro quedaría desierto, las tiendas de la Calle Real y San Andrés desaparecerían. Calles abandonadas, edificios en ruinas, un paisaje apocalíptico para el centro de mi querida ciudad. Muchos años después llegó Ikea. El fin de las mueblerías. Los malvados suecos arrasarían con todo.
Pero los años pasaron y aquel paisaje apocalíptico, nunca llegó. Es cierto, muchos quedaron en el camino, pero otros se reinventaron, de hecho la mayoría lo hizo: se crearon los “centros comerciales abiertos”, donde los comercios de determinadas zonas se unían para establecer centrales de compras y abaratar productos, facilidades para aparcar a sus clientes, para transportar sus compras, promociones, marketing. Otros se especializaron ofertando una vía de servicio que el gran gigante no podía ofrecer, con calidad, cercanía, trato directo y un producto exclusivo. Y el mundo, en mi ciudad y en muchas otras, siguió girando. El que se adaptó, triunfó, y el que no supo o no quiso, desapareció.
Se publicaba un articulo en este medio del Sr. Perezcarro donde, entre otras cosas, denunciaba la excesiva atomización del sector, con miles de pequeñas empresas, microempresas, que hacen inviable la racionalización en este sector. Albricias. El Sr. Perezcarro ha visto la luz, porque este tema lo llevamos denunciando muchos hace años, y clamábamos en el desierto. El Sr. Perezcarro, a fin de cuentas, es un gran profesional que cobra por defender un determinado sector y hace su trabajo, y lo hace bien.
En Galicia llegamos a tener 24.000 camiones y 8.000 empresas. En una entidad territorial con menos de 3 millones de habitantes, con una actividad industrial mínima, esto era el equivalente a tener más empresas de transporte y más camiones que Alemania. Un disparate. Y esta razón es la que nos llevaba a tener salarios de miseria: sencillamente, durante muchos años a las grandes operadoras logísticas les interesaba tener este tipo de estructura en el transporte de mercancías por carretera, porque estas pequeñas empresas, incapaces de ofrecer servicios de valor añadido, solamente se contrataban para de esta manera no invertir en conductores asalariados a cargo de ese gran operador. El negocio era redondo: tenías un asalariado low-cost, una ganga, que asume todos los riesgos y con un coste ridículo. Todas las desventajas del autónomo y ninguna ventaja del asalariado.
Es un modelo inviable e insostenible en el tiempo. Así se ofrecían, aún se ofrecen, condiciones de trabajo y salariales a los conductores en función de las necesidades del cliente y lo que el cliente pagaba, y no era el empresario el que fijaba cuales eran los costes y sus tarifas, así como las condiciones de prestación del servicio. El mundo al revés, y el resultado fue precarización y jornadas de trabajo agotadoras fruto de la presión de esos clientes, que eran sabedores de que tenían a ese pequeño y mediano empresario en sus manos.
Pero resulta que un día los costes del transporte se disparan. El Gobierno legisla en ese sentido. Los pequeños y medianos empresarios cada vez más exigen sus costes, además, resulta que para esos pequeños empresarios contratar conductores es cada vez más complicado. Primero, porque no los hay; segundo, porque ya no se tragan las condiciones de antaño. Y ¿Qué sucede?, que para esas grandes operadoras la cosa ya no es tan rentable, ya no interesan esos pequeños empresarios, ahora interesan empresas de tamaño medio capaces de ofrecer servicios añadidos a estas grandes operadoras. Por ahí, creo, va el Sr. Perezcarro.
Además, existe el problema de encontrar personal para conducir los vehículos. Cada vez empieza a ser más normal denunciar a los empresarios incumplidores, la enorme mayoría, y traer conductores del extranjero no esta funcionando. El modelo va a tener que mutar a un sistema donde la calidad de vida prime por encima de otras consideraciones. Seguir con pagos por kilómetro, cerrados, saltarse las leyes laborales y Convenios Colectivos, solo precariza más y más el sector.
El nuevo profesional que llegue tendrá que ser un conductor correctamente formado, conocedor de la legislación, que sea capaz de entender y optimizar los sistemas informáticos que hoy controlan los vehículos, y que exigirá el cumplimiento de sus derechos laborales, que va a querer dormir en su cama, trabajar la jornada laboral legalmente establecida, comer en restaurantes y que ya no va a ser esas personas que con leer, escribir, multiplicar y dividir se subían a una cabina y recorrían España y Europa, y lo hicieron bien, pero los tiempos cambian y te adaptas, o desapareces. Ese va a ser el futuro. Guste o no. Y cuanto antes se acepte, mejor para todos. Lo de "no, esto no da” no va a funcionar, si no da el negocio, cierre y a otra cosa, pero no haga responsable de su gestión a su empleado. Esto ya esta pasando hoy y se va a acrecentar en el futuro.
El sector del transporte va a cambiar. No le queda otra que reestructurarse como en su día se restructuró el comercio en mi ciudad y en otras muchas ciudades; y el que no quiera verlo llegará tarde y desaparecerá, por las buenas o por las malas.
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