Las campanas doblan por ti. Opinión de José Vicente Busta Cofiño

"¿Quién no echa una mirada al sol cuando atardece? ¿Quién quita sus ojos del cometa cuando estalla? ¿Quién no presta oídos a una campana cuando por algún hecho tañe? ¿Quién puede desoír esa campana cuya música lo traslada fuera de este mundo?
Ningún hombre es una isla entera por sí mismo. Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.
Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti,”
Una composición del poeta metafísico inglés John Donne (1572- 1631) leída en Barcelona con motivo de los homenajes a las víctimas de los atentados de las Ramblas y Cambrils, sirva también este escrito como respeto y forma de un pequeño, que no menos necesario, homenaje.
Dicho esto, podemos trasladar perfectamente esas certeras líneas a nuestro sector, como dice “por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”.
No preguntes, no hagas oídos sordos al doblar de las campanas; en este caso, a las luchas en el sector por nuestros derechos, por hacerlos cumplir y de mejorarlos. Al fin y al cabo, si de algo se puede alardear en la lucha obrera es de empatía, apoyo mutuo y solidaridad.
Quienes defienden y luchan por nuestros derechos no son luchas personales, no son luchas para solucionar sus propias vidas. Al contrario, en ocasiones traen consecuencias graves. En CNT sabemos de ello, seis compañeras son condenadas a tres años y medio para cada una de ellas y al pago de una multa de más de 150.000 euros.
Pero eso no nos frena, por que #HacerSindicalismoNoEsDelito. Por eso las campanas doblan por ti, porque mañana es fácil que sean tus derechos, si no lo es ya hoy, los que son vulnerados. Eso sí, una cosa está clara, todos necesitamos de esos derechos para hacer nuestra vida laboral más respetuosa y digna.
No podemos hacer oídos sordos a las campanas, tan solo porque quienes sirven al sistema vean peligrar su apesebrado sillón salvanóminas y paralicen el Estado para ir a la fiesta de las papeletas. Unas elecciones nunca deben ser motivo para que el trabajador deje de lado la lucha por sus derechos.
Al contrario, es el mejor momento para sacar a la calle nuestras necesidades, nuestras luchas, dar a conocer los abusos en un sector esencial. Abusos tanto por parte de una gran mayoría de la patronal, por no decir toda, y de un Estado, el cual siendo su cómplice más fiel mira para otro lado, mientras el obrero y obrera en el sector del transporte ve pasar el tiempo sin dar soluciones a sus necesidades.
Para eso debemos luchar al unísono, dejar de ser buenos sumisos y mejor complacientes de los mandatos del amo. Nunca un apesebrado sillón salvanóminas, y menos la opresora patronal, regaló ningún derecho a la clase trabajadora. Esta siempre tuvo que plantar cara y lucharlas.
Dejémonos de guiones desde asesorías patronales a la hora de dar soluciones a nuestros problemas. Nunca se puede ir de la mano del verdugo cuando son nuestros derechos los que hay que defender. Ellos tienen sus praxis a la hora de defenderlos, praxias muy diferentes a las nuestras.
Debemos crear conciencia sobre nuestros derechos, sobre nuestra lucha, que nadie va a venir a regalarnos nada, y si un día de huelga sirve para saber nuestro músculo reivindicativo, hagámosla indefinida para que vean de lo que es capaz la clase obrera cuando se propone defender sus derechos en serio, sin maquillaje ni emisarios “zaharistas”. Purifiquemos las calles, ellas son nuestras mejores aliadas.
Salud y anarcosindicalismo.
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