Opinión

Retirarse a los cuarteles de invierno. Opinión de José Vicente Busta Cofiño

Los cuarteles de invierno son una oportunidad para reforzarse o para ganar tiempo, pero nunca para aislarse y morir por inanición
Foto: Cuarteles de invierno. Vetusta Morla, Cristina Rioja
Foto: Cuarteles de invierno. Vetusta Morla, Cristina Rioja
Retirarse a los cuarteles de invierno. Opinión de José Vicente Busta Cofiño

Ayer y jueves, prometía ser un jueves más en mis quehaceres diarios dentro de la condición de baja laboral que me condiciona por el accidente laboral acaecido hace ya casi 15 días, el tan entretenido como necesario reencuentro con un buen amigo hizo de este jueves un jueves diferente, un jueves de ver las cosas de otra forma, con el mismo prisma pero desde otra perspectiva, desde otro punto de vista, entendiendo el retirarse a los cuarteles de invierno como una actitud de preservación de una esencia, de una ideología o de una acción. 

Los cuarteles de invierno son una oportunidad para reforzarse o para ganar tiempo, pero nunca para aislarse y morir por inanición. 

Fue un bonito reencuentro el vivido ayer, reencuentro que además de brindar en varias ocasiones por nosotros dos y esa amistad casi ya convertida en complicidad, algún brindis más cayó por la mutua empatía en pos del buen hacer contra la opresión de quienes creyéndose poseedores de la más absoluta razón, crean y alimentan redes clientelares de perfectos ayugados para sostener así según que tipo de cortijo. 

Estos días de baja laboral por accidente en horario de trabajo sirven entre otras cosas para eso, para retirarse a los cuarteles de invierno, para preservar esa esencia, reforzando al mismo tiempo esa acción, tan necesaria contra el verdugo patrón con ínfulas dictatoriales como conveniente en pos de nuestra garantía de derecho, porque aunque para algunos este retiro a los cuarteles de invierno sea vivir aislado de una realidad palpitante y palparia y morir de inanición en el intento de devolver esa tan necesaria como conveniente dignidad al sector del transporte para el bienestar del asalariado. 

Miguel Angel Asturias escritor guatemalteco y premio nobel de literatura en 1967 sentenciaba en una de sus obras más conocidas, “ el señor presidente alardeando de un realismo mágico que  para ser el bueno, como en todos los entierros, habría que ser el muerto”, el viernes 17 de febrero casi se cumplen los húmedos sueños de algún patrón con ínfulas dictatoriales, gracias al destino me puedo retirar a los cuarteles de invierno como el ya adjetivado como villano “sindicalista y rojo comunista de mierda”, retirado ya a los cuarteles de invierno ganando así tiempo para demostrar con más fuerza que quienes defendemos nuestros derechos no somos, como la patronal quiere hacer creer, “esos mangantes que quieren ganar en los juzgados lo que no son capaces de ganar trabajando”, como si l@s jueces su mayor ilusión fuese prevaricar a favor del obrero, en nuestro retiro tan solo preservamos esa esencia, la del buen sindicalismo, el de la empatía, solidaridad y apoyo mutuo, para así después seguir en las trincheras por y para la defensa y mejora de los derechos del obrero. 

Dicho esto y a sabiendas de que el pensamiento es libre y la imaginación también. A saber qué acuerdos tendrán unilateralmente esa opresora patronal con aquellos que las llagas del yugo les hacen agachar la cabeza y tragar con lo que el verdugo le impone convirtiéndose en perfectos esclavos, seguimos , aunque preservando nuestra esencia en los cuarteles de invierno luchando por mejorar y defender los derechos del obrer@ como buenos anarcosindicalistas. 

Sin más, tan solo despedirme desde mi particular cuartel de invierno, agradeciendo a todos aquellos que haciendo sentir vuestro apoyo hacéis que la lucha por y para el obrero sea más llevadera y fructuosa, pero sobre todo agradecer a ese buen amigo que desde lo alto, en su lar otea todo el bonito valle del Sella y del no menos importante Güeña ante la sobriedad de la cordillera cantábrica, ¡Gracias!, ¡¡SALUD!!.

Fdo. Secretario de organización SOV CNT La Felguera. José Vicente Busta Cofiño 

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