Ey Tecnófilos!
Lo que está ocurriendo con la industria automovilística europea es una auténtica vergüenza. Durante más de un siglo, Europa ha sido la cuna de la excelencia automotriz, con marcas que han definido el lujo, la potencia y la ingeniería de precisión.
Sin embargo, ahora vemos cómo China, con su combinación de planificación estratégica y ejecución implacable, está humillando a la otrora todopoderosa industria europea.
Los chinos han perfeccionado el arte de copiar, mejorar y vender más barato. Y no nos engañemos: no es solo cuestión de mano de obra barata. Han desarrollado un ecosistema industrial bestial, controlan la cadena de suministro de baterías y, sobre todo, han entendido algo que en Europa seguimos ignorando: la velocidad es clave. Mientras aquí los fabricantes siguen atrapados en procesos burocráticos interminables, en China lanzan nuevos modelos en cuestión de meses.
El suicidio industrial europeo
La Unión Europea, con su mentalidad buenista y regulaciones suicidas, ha creado el caldo de cultivo perfecto para nuestra propia destrucción. En lugar de fomentar la competitividad de la industria local, nos hemos dedicado a poner trabas:
.- Normativas medioambientales asfixiantes que encarecen la producción.
.- Un proteccionismo ridículo con subvenciones que no solucionan nada.
.- Falta de inversión en tecnología de baterías mientras China se hace con el monopolio.
.- Una mentalidad arrogante de las marcas europeas, que siguen creyendo que su nombre es suficiente para vender.
El resultado es evidente: BYD, NIO, XPeng y compañía están arrasando. No solo copian, sino que innovan, ofreciendo coches eléctricos más avanzados, con más autonomía y a precios imbatibles. ¿El consumidor europeo va a pagar un 30% más por un coche europeo solo por el logo? No lo creo.
¿Podemos reaccionar o ya es tarde?
El panorama es desolador, pero aún hay margen de maniobra. Europa necesita actuar con urgencia si quiere evitar convertirse en un cementerio industrial.
¿Qué deberíamos hacer?
1.- Inversión real en baterías y semiconductores: No podemos seguir dependiendo de Asia para lo más crítico de un coche eléctrico.
2.- Menos burocracia, más velocidad: La regulación debe facilitar la innovación, no ralentizarla hasta la obsolescencia.
3.- Proteccionismo inteligente: Si China juega sucio con subsidios y control de materias primas, Europa debe responder con la misma moneda.
4.- Un cambio de mentalidad en los fabricantes: O compiten en calidad y precio o están muertos.
Si seguimos con la actitud de “somos Mercedes, BMW y Renault, la gente nos seguirá comprando»», nos van a borrar del mapa. El consumidor no es idiota y, cuando vea que un coche chino ofrece lo mismo o más por mucho menos dinero, no tendrá dudas.
Europa ya perdió la batalla tecnológica con los móviles (adiós Nokia, Siemens, Ericsson), y todo apunta a que pasará lo mismo con los coches. ¿Vamos a permitirlo?
¡Se me tecnologizan!
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