¡Ey Tecnófilos! ¿Qué está pasando por ahí?
Lo que pasa es que el listado de morosidad en el transporte, correspondiente al segundo semestre de 2024, es mucho más que una tabla con cifras. Es un termómetro económico de un sector clave en la cadena productiva de cualquier país. Vamos a sacarle jugo.
El dato crudo
Más de 300 sanciones firmes por incumplir los plazos legales de pago en el transporte de mercancías por carretera. Sanciones que van desde 700 € hasta más de 20.000 € por empresa. Unas pocas compañías acumulan varias multas, lo que indica reincidencia o prácticas sistemáticas.
¿Qué nos dice esto de la economía del sector?
1.- Asfixia financiera en cadena: El transporte, especialmente el autónomo y la pyme logística, depende de flujos de caja muy ajustados. Un retraso de 90 días en un pago no es una molestia: es una sentencia de muerte para muchos.
2.- Externalización de la banca: Las grandes empresas usan a sus proveedores como si fueran bancos sin licencia. Retrasan pagos para mejorar su propio cash flow a costa del eslabón más débil. Esto no es gestión: es abuso de poder de mercado.
3.- Comparativa con otros sectores.
Claves para interpretar esta morosidad
.- El problema no es el impago, sino el pago tarde. Es una forma de financiarse sin coste para el cliente.
.- El número de sanciones se mantiene estable respecto a años anteriores, lo que indica que la legislación disuasoria no está funcionando o no se está aplicando con firmeza.
.- El 80 % de las sanciones se sitúa entre los 2.000 € y 4.000 €, lo que sugiere un comportamiento repetido pero no extremo… hasta que sumas por empresa.
Lo preocupante
.- Algunas empresas reinciden cada semestre, lo que deja claro que la multa les sale más barata que pagar a tiempo.
.- Si el legislador no endurece la sanción o no la hace pública de forma más activa, el incentivo perverso sigue intacto.
.- El sector transporte —ya tensionado por el precio del gasoil, la escasez de conductores y la competencia desleal— añade así otro clavo en su ataúd financiero.
¿Y ahora qué?
1.- Digitalización de los procesos de facturación y cobro. No es solo eficiencia, es trazabilidad y evidencia.
2.- Cláusulas automáticas de penalización por retraso. Si no pagas en plazo, se activa un recargo. Igual que hacen los bancos contigo, amigo empresario.
3.- Más visibilidad y transparencia. Que no se publiquen solo los nombres en el BOE. Que se refleje en los ratings ESG y en los contratos públicos.
4.- Un pacto sectorial. Igual que en la cadena alimentaria, el transporte necesita un código de buenas prácticas con plazos máximos de pago reales y respetados.
Este listado es una señal de alarma, pero también una oportunidad: la de cambiar las reglas del juego antes de que se quiebre definitivamente la cadena logística. Y si la logística se rompe, no llega nada: ni pan, ni acero, ni vacunas.
¡Se me tecnologizan!
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