Opinión

La llamada más temida por la familia. La opinión de Salvador Egea Llull

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La llamada más temida por la familia. La opinión de Salvador Egea Llull

El reloj indica la proximidad del mediodía cuando se recibe una llamada inesperada. Una llamada que se sabe, puede llegar, pero es una de esas llamadas que jamás esperas recibir. Una llamada por la cual pides cada día pese a no tener dios al que rezar, fe a la que acudir o creencia a la que aferrarse, no llegue. El número que aparece no está guardado en la agenda del teléfono, es un número desconocido.

Son casi las cinco de la tarde y Elías, está a punto de salir del colegio. Está junto con sus compañeros de clase entre nervioso y con desazón por las ganas de salir ya del recinto carcelario que consideran el colegio. Su madre, ahora no puede llorar, ahora no puede aparentar fragilidad. No puede permitir que su hijo vea en sus ojos que su alma no es titanio como aparenta, si no, frágil cristal hecho añicos en estos instantes.

Teresa llega a la puerta del colegio y entre la marabunta de mamás y papás esperando la salida de sus retoños, ella lleva el paso un tanto errante, sus piernas flaquean tímidamente aunque intenta esconder la debilidad. Entre un caminar sereno y tembloroso sentido en su cuerpo y viéndose reflejado en sus piernas, las mamás de los amigos de Elías son quienes descubren en su rostro pálido, que acontece tenue luz en ella.

-Teresa, ¿Te encuentras bien? –Le preguntan.

Pero Teresa, entre el barullo y el jolgorio de palabras mezcladas en el aire, no oye nada. Mira al frente y no ve nada. Intenta pensar, pero su mente, es una tundra de blanca nieve. Las otras mamás, le vuelven a replicar y Teresa, como si le despertasen de un aletargado sueño, reacciona torpemente intentando expresar alguna palabra.

-Perdona ¿Qué me decías? Estaba pensando y… -Alcanzó a responder.

-¿Te encuentras bien? Tienes la cara algo desencajada. -Preguntó la otra mamá.

La respuesta en estos momentos es decir que no pasa nada, que todo va bien. Elías sale, mientras tanto, junto a sus amigos, todos desbocados formando una jauría deseosos de volver a casa, ir al parque, salir del cole para no volver hasta el día siguiente.

Elías no nota nada, abraza a su madre y esta le devuelve el abrazo. El más fuerte quizás, que le haya podido dar nunca. Seguido de un beso, caricias, otro beso más. Pero guarda silencio. Elías apenas imagina nada de lo que acontece ajeno a su mundo infantil, sigue espitoso con ganas de merendar y juntarse con sus amigos en el parque más tarde. Teresa coge la mano del muchacho y marcha del cole desvaneciendo con voz frágil y tenue un adiós a sus amigas y emprende el retorno a casa.

Elías es conocedor del día que es, jueves. Sabe que lleva varias semanas sin ver a su padre, que se fue muy lejos, ¡A Holanda nada menos! Siempre que podía le gustaba presumir entre sus amigos en el recreo de los viajes que su padre hacía por el mundo. Su padre es camionero y viaja mucho. De hecho pasa su vida en el camión, viajando de país en país, en la carretera las veinticuatro horas del día. Así pues, siendo conocedor que el retorno de su padre no debe demorarse en exceso, Elías lanza la pregunta a su madre:

-Mamá ¿Cuándo vuelve papá?

Y Teresa, no encuentra palabras que puedan explicarle que papá ha hecho un viaje del que ya no va a regresar

Esto es solo un relato de tantos que quien escribe crea en ocasiones. Pese a considerarlo ficción, es una realidad que, por desgracia, nos acecha cada vez que se abre jornada en el tacógrafo. Jugamos cada día nuestra particular partida a la ruleta rusa, donde ni la experiencia, ni los reflejos, ni la habilidad van a garantizar que volvamos a nuestro hogar. Obviamente es algo que no pensamos, quizás por rutina y costumbre, quizás por miedo a mirar las probabilidades y ver que estas no favorecen precisamente a uno.

Desde aquí, desear que hayáis tenido un buen final de año y una buena entrada de este, puesto que decir feliz, es algo intangible, feliz es cada quién con según que. Mantener la calma en carretera en estas fechas es necesario, como siempre, y es que se sabe que en estas fechas el resto de usuarios sienten rota su rutina y los desplazamientos son más densos que lo habitual. Deseo que todo aquél que haya tenido que estar fuera en estos días señalados, pueda regresar con los suyos, que será el mejor regalo que se puedan ofrecer mutuamente.

Que ninguna pareja reciba una llamada de un número desconocido teniendo que informar de que su cónyuge ha fallecido en un accidente con el camión. Un abrazo y recordad que somos necesarios, somos grandes, somos "camionhéroes".

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