Opinión

Muertos en el arcén. La opinión de Salvador Egea Llull

Por aquellos que murieron en el arcén y por los que todavía resisten, larga vida y kilómetros que recorrer.
Foto de archivo
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Muertos en el arcén. La opinión de Salvador Egea Llull

En este oficio nuestro es muy habitual ver muchas cosas, entre ellas, desde lo más bello hasta lo más desagradable. No es difícil entonces ver este tipo de situaciones cuando se pasa mucho tiempo en la carretera.

La probabilidad de ver nacimientos, compartir vida y también ver la muerte de los mismos, es bastante alta. No hablo de accidentes, ni de individuos, voy por otros derroteros. De este oficio no solo vive el conductor, también estaciones de servicio, hostales, restaurantes, entre otros. El progreso es un avance que arrasa con todo lo que se interpone por medio pese a que se pongan barreras en el. Es inevitable, hay que avanzar y en el avance hay decisiones que se deben tomar, unas correctas y otras, menos correctas quizás.

El país comenzó a ser vertebrado con carreteras de asfalto con el fin de comunicar las principales ciudades, posteriormente poblaciones menos importantes y en última instancia crear una red de carreteras que permita a todo el mundo estar comunicado, circular y disponer de accesos a la red viaria. Tanto los conductores de turismos como los camioneros que emprendían la andadura en aquellas primigenias carreteras, necesitaban de servicios que empezaban a nacer por necesidad.

Esta historia se verá repetida a lo largo y ancho del territorio español. Muchos serán los que emprendan la aventura de probar suerte con un negocio floreciente que promete cuanto menos, ofrecer sustento en lugar de riquezas. Entre el punto de inicio y el destino, las horas transcurridas no  eran las mismas que hoy en día, por ende, se necesitaba hacer noche en hostales, moteles u hoteles de carretera, que servían para ofrecer un descanso necesario tanto a profesionales del transporte como individuos que circulaban con sus turismos.

Las gasolineras o áreas de servicio, se tornaban completamente necesarias. No es difícil recordar para los viejos del lugar que muchas de estas disponían de taller, porque por entonces no existían los teléfonos móviles para llamar a la asistencia en carretera, y muchas de las averías y mantenimientos básicos o puntuales se podían realizar en estos servicios al borde del camino. Algo que hoy apenas puede tornarse en rara avis encontrar una de éstas.

Con los años y el progreso, las carreteras dejaron de ser reconversiones de los viejos caminos romanos, para pasar a ser carreteras principales, las conocidas como nacionales. Éstas que en su comienzo transcurrían con unos trazados enrevesados que seducían a la orografía por donde transcurría, fueron mejorando los trazados originales brindando una mejor experiencia de conducción así como seguridad vial. A sus márgenes, podíamos encontrar los negocios mencionados anteriormente. Ventas, restaurantes y bares que proveían de un servicio esencial a los usuarios de la vía. Un negocio que estaba condenado a perdurar en el tiempo.

Fue una época de bonanza para los hosteleros aventurados en una apuesta que por visión o por suerte, alzaron su negocio en un punto kilométrico estratégico de una carretera estratégica, ello les proporcionó seguir con vida tras el nacimiento de las autovías/autopistas, trazados que desdoblaban la circulación por fuera de poblaciones y ciudades y prohibiciones de circulación. 

No solo el avance en mejores carreteras fue el principio del fin para muchos negocios, también la mejora en los tipos de vehículos permitían realizar los trayectos con mas seguridad y menos tiempos, se avecinaba malas épocas para los negocios de carretera. El echo de construir nuevas vías rápidas por trazados alejados a la vieja carretera, fue el principio del fin para quienes vivían de los usuarios de la vía. Ante tal situación, fue que muchos intentaron reconvertir su negocio a Clubs, algo muy habitual ver en los márgenes de la negra piedra en nuestras carreteras nacionales, y fue que muchos tampoco obtuvieron el objetivo se subsistir.

Actualmente, en 2023, con una de las mayores redes de autovías y autopistas de Europa, pocos proveedores de servicios de carretera han sobrevivido al progreso. Muchas familias y negocios tuvieron que aceptar su fin y buscar otro medio de sustento. Servir a los usuarios de la carretera ya no era un medio de ganarse la vida. Muchos, muchísimos echaron el cierre con un largo currículum en el servicio ofrecido a turismos y camioneros.

Es el caso de uno de los restaurantes que solía parar a la pausa, comer, almorzar o cenar siempre que tenía ocasión por su buen hacer. Más ya paraba ahí mi padre antes que yo, de ahí que se hereden parte de las costumbres. Pero este negocio, pese a gozar de moderado éxito y lograr sostenerse en el tiempo, la normativa de circulación le hirió de muerte cuando obligó a los vehículos de más de 3.500 Kg la prohibición de circular por la nacional donde yacía apostado este negocio. Desde entonces se dictó sentencia de muerte, o en este caso de cierre, para este negocio con tan antigua trayectoria.

Hoy, cada día paso paralelo a él, por la autopista y veo que todavía permanece en pie, cerrado, como esperando que algún día en su amplio parking vuelvan a parar camiones. No es el primero ni el último, podemos ver ventas, bares, clubs, restaurantes, hostales, etc, muertos en los arcenes de las carreteras. Negocios que ofrecieron un servicio y se tornaron importantes para una vida itinerante como la nuestra.

¡Que en paz descansen! y que sustento obtengan quienes los gestionaron en su día. Éxito y esperanza para los que todavía sobreviven en las nacionales debido a que se puede circular o por el lugar estratégico en que están situados. También recordar que no todos murieron a causa del progreso, si no que por mala gestión o porque nadie hacía parada en ellos. El éxito no estaba asegurado en las orillas de las carreteras. No basta ofrecer un parking amplio, sino un buen servicio.

Pese a que se prohíba a los camiones cada vez más circular por las venas del país que considero son las carreteras nacionales, siempre quedará algún lugar resistiendo contra todo, ofreciendo sus puertas abiertas a quienes circulen por la carretera en que se encuentre, ofreciendo resistencia y negando un cierre mas temprano que lejano en el tiempo. Seguir parando en estos lugares en lugar de áreas de servicio es mi granito de arena a creer que prolongo y ayudo a sus gerentes.

Por aquellos que murieron en el arcén y por los que todavía resisten, larga vida y kilómetros que recorrer.

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