
Quizás esta crisis sirva para darnos cuenta de lo mal que está el sector, estructural y laboralmente. No hay liquidez, no hay seguridad en el trabajo y no hay compromiso de continuidad que no pase por una bajada de precios.
Cuando pase la crisis sanitaria volveremos a la actividad con una inseguridad sin precedentes, los que abran la puerta, porque quizás muchas pequeñas empresas y autónomos decidan cesar en la actividad. Se vive del crédito y las cajas presentan un raquitismo económico que ahoga las cuentas de resultados.
Los cargadores, vista la situación, apretarán con los precios a la baja, por la inactividad y la lenta recuperación que se prevé. Esto me suena a más impuestos, más desempleo, bajada de salarios y más precariedad. Se está desatando la tormenta perfecta. Donde faltaban conductores quizás ahora, sobren.
Pero la palabra crisis no nos debe de doblegar, porque podemos entender esta situación como una oportunidad y para eso hay que tener el coraje suficiente para enfrentarse a los todopoderosos cargadores y plantar cara al gobierno en su cesión a las peticiones de estos.
El transporte por carretera va a afrontar importantes cambios estructurales en el futuro, por su atomización y por su afectación al medioambiente y su masificación en las carreteras. Se implementaran las autopistas marítimas y los corredores ferroviarios. No lo veamos como algo negativo, quizás estos cambios sirvan para tener un transporte más localizado y con mejor calidad de vida para sus trabajadores.
El transporte debe dar un golpe sobre la mesa y poner en valor su servicio a la sociedad y presionar para eliminar de una vez y para siempre esa debilidad que ha mostrado siempre en la cadena de suministro.
Para salir de la crisis del COVID-19, los estados han de poner liquidez en las empresas, pero siempre controlando el uso que se le va a dar a ese dinero. Este debe servir para el mantenimiento de los puestos de trabajo. Hemos visto cuán importante es el mantenimiento del empleo y de los salarios para el crecimiento económico futuro, cualquier rebaja, será un desastre para todos, gobiernos, empresas y trabajadores.
La verdad, es que no es de recibo que en un sector tan profesionalizado como es el transporte los salarios medios sean tan bajos y que el resto de complementos de la nómina sean dietas ficticias, que en muchas veces supera al mismo salario. Que el tiempo que un trabajador del sector pasa en su puesto supera toda la lógica razonable y sin compensaciones para la conciliación familiar.
Es hora de poner orden en el sector, no será de la noche a la mañana, pero este llamamiento va para las empresas y para los sindicatos que junto al gobierno, se pongan a trabajar en el necesario y único objetivo de cumplir con las normas, los convenios y la transparencia fiscal.
P. D.:
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Camionero García ![]()
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