La Presidenta de la CE rinde homenaje a los profesionales implicados en la lucha contra el Covid-19

Redacción.- Discurso de la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en la sesión plenaria del Parlamento Europeo sobre la respuesta coordinada europea al brote de la COVID-19, celebrada hoy 26 de marzo y en el que rinde homenaje a las mujeres y hombres implicados en esta lucha.

«Solo es auténtico el texto pronunciado»

En primer lugar quiero dar las gracias a todos quienes han hecho posible la celebración de esta sesión extraordinaria en estas circunstancias no menos extraordinarias. Resulta difícil concebir hasta qué punto y de qué manera ha cambiado el mundo desde nuestro último encuentro. En un instante, un virus surgido en el otro extremo del planeta se ha transformado en una pandemia letal con consecuencias trágicas también aquí, en Europa.

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De un día a otro han cambiado nuestros modos de vida. Nuestras calles han quedado desiertas. Nuestras puertas se han cerrado. Y hemos pasado de la rutina cotidiana al combate de nuestra vida. En este tiempo hemos sido testigos de la fragilidad de la vida. Y hemos asistido, en el corazón de Europa, a una tragedia de dimensiones inimaginables hace apenas unas semanas. Mi más profundo sentir está con todas las víctimas y todos sus allegados. Y nuestros pensamientos y nuestros mejores deseos se dirigen a quienes están luchando por sus vidas en este mismo momento, o a quienes están enfermos en sus hogares.

Pero por duro que golpee el virus, su fortaleza no es mayor que la de la ciudadanía europea. Quisiera rendir homenaje a las mujeres y a los hombres implicados en esta lucha. Pienso en el personal de enfermería, los médicos y los asistentes sanitarios, en Italia, en España y en toda Europa, que se han lanzado al combate sin la más mínima vacilación. Héroes que no escatiman ningún esfuerzo, día tras día, para salvar a nuestros padres y abuelos, para salvar a nuestros amigos y compañeros, a propios y extraños. Europa tiene con todos ustedes una deuda de gratitud. Pienso en los reponedores y en los recogedores de basuras. En el personal funerario y en los asistentes escolares. En los transportistas y en el personal de limpieza. En los obreros y en quienes trabajan en las panaderías. En todos aquellos que contribuyen a que nuestro mundo siga girando. Europa tiene con todos ustedes una deuda de gratitud.

Pero si algo hace única a esta lucha es que cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar. Cada uno de nosotros puede ayudar a pagar esa deuda. Manteniendo la distancia de separación, podemos frenar la propagación del virus. Las cifras de los últimos días muestran que es posible invertir la tendencia, pero solo si cada uno de nosotros hace lo que le corresponde. Sí, es doloroso mantenernos alejados de nuestros familiares, especialmente cuando nos preocupa su salud física y mental. Y sí, es doloroso que algunos deban permanecer en un hogar que no es para ellos un lugar grato o un lugarseguro. Es doloroso que algunos hayan tenido que postergar planes o vean peligrar objetivos por losque habían trabajado duro. Por eso estoy convencida de que, pese a que estemos guardando unadistancia mayor de la habitual entre nosotros, también hemos de colaborar más estrechamente quenunca.

Debemos velar los unos por los otros y hemos de apoyarnos mutuamente en este trance. Porque, sihay algo más contagioso que este virus es el amor y la compasión. Y frente a la adversidad, el puebloeuropeo está mostrando cuán fuerte puede ser. Los pequeños gestos de bondad, compasión ysolidaridad están ayudando a difundir la esperanza por toda Europa. De las labores de voluntariado alas canciones entonadas en los balcones. Del envío de postales a quienes están solos a la realización decompras para los más mayores. De los hoteles que ofrecen gratuitamente habitaciones a losrestaurantes que donan alimentos. De los perfumistas de lujo y los fabricantes de vodka que ahoraproducen gel desinfectante a los fabricantes de automóviles y las casas de moda que ahora producenmáscaras de protección. Este es el ejemplo que debe seguir la Unión Europea. Aportando cada uno denosotros nuestro granito de arena, lograremos ayudarnos mucho mutuamente.

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Y nuestro papel como instituciones europeas y responsables políticos y líderes de Europa es demostraresa misma confianza, esa misma unidad y ese mismo liderazgo. Todos nosotros compartimos estaresponsabilidad. Ninguno de nosotros puede obrar por su cuenta y, desde luego, ningún Estadomiembro puede hacer frente a esta crisis en solitario. Porque en esta crisis, y en general en nuestraUnión, solo ayudándonos mutuamente nos ayudaremos a nosotros mismos.

No obstante, parte de lo acontecido las últimas semanas resulta doloroso de relatar. Cuando Europarealmente necesitaba apoyo mutuo, hubo demasiados que solo miraron por su propio interés en unprimer momento. Cuando Europa realmente necesitaba un afán de «todos para uno», hubodemasiados que optaron por responder «todo para mí» en un primer momento. Y cuando Europa realmente necesitaba demostrar que nuestra Unión no es solo «para cuando brilla el sol», demasiadosse negaron a compartir su paraguas en un primer momento. Pero no hubo que esperar mucho antes deque algunos sintieran las consecuencias de sus propias actuaciones descoordinadas. Por eso en lasúltimas semanas hemos tomado medidas excepcionales y extraordinarias para coordinar y hacerposible la actuación necesaria.

Desde entonces la situación ha ido mejorando y los Estados miembros están empezando a ayudarsemutuamente y, por ende, a ayudarse a sí mismos. Ahora Europa está intensificando realmente suactuación. Pero la ciudadanía europea está pendiente de los pasos que se van a dar a continuación. Ytodos sabemos lo que está en juego. Lo que hagamos ahora importa, a día de hoy y de cara al futuro.

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El brote de coronavirus es, ante todo, una emergencia de salud pública. Y nada nos detendrá ennuestro afán por salvar vidas. Para ello, tenemos la suerte de contar con los mejores profesionales sanitarios del mundo, en los que podemos depositar toda nuestra confianza. En Milán y en Madrid y enmuchas otras localidades están obrando milagros cada día que pasa. Pero como hemos visto, tanto allícomo en otros lugares la magnitud del brote está poniendo a prueba sus capacidades hasta el extremo.Necesitan con urgencia equipos, los equipos adecuados, los necesitan en las cantidades adecuadas ylos necesitan ahora mismo. Pero, en vez de eso, hemos asistido al bloqueo de remesas crucialesatascadas durante días en algunos puntos o en las fronteras.

Y por eso hemos tenido que asumir nuestra responsabilidad y hacer todo lo posible para poner fin aesos bloqueos. Por eso estamos constituyendo la primera reserva de emergencia europea de equiposmédicos, como respiradores, máscaras de protección y material de laboratorio. La Comisión financiaráel 90 % de esta reserva de emergencia a través de RescEU. Por eso hemos puesto en marcha variosprocedimientos de adquisición conjunta con los Estados miembros para kits de diagnóstico,respiradores y equipos de protección, a los que se han sumado veinticinco Estados miembros.

Hay algunas buenas noticias: desde el martes, sabemos que los productores pueden atender suspedidos de máscaras de protección, guantes, gafas protectoras y pantallas faciales. Está previsto quelas primeras entregas comiencen en las próximas semanas. Y, teniendo en cuenta que ante unapandemia el conocimiento salva vidas, hemos establecido un equipo europeo de expertos científicospara que nos ayude a tomar medidas coordinadas que todos podamos seguir. Estoy dirigiendopersonalmente sus reuniones dos veces por semana, lo que no ha hecho más que afianzar miconvicción de que necesitamos recurrir a todo lo que nos hace fuertes para superar juntos estasituación y más adelante poder levantarnos de nuevo.

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Y para ello nuestro activo más sólido es nuestro singular mercado único. Una respuesta europea eficazsolo puede coordinarse si nuestro mercado interior y nuestro espacio Schengen funcionan como esdebido. Una crisis sin fronteras no puede resolverse erigiendo barreras entre nosotros. Sin embargo,ese fue exactamente el primer reflejo de muchos países europeos. No tiene ningún sentido porque nohay ni un solo Estado miembro que pueda satisfacer sus propias necesidades cuando se trata desuministros y equipos médicos vitales. Ni uno solo.

Así pues, la libre circulación de bienes y servicios es nuestro activo más sólido —y, siendo sinceros, elúnico— para asegurar que los suministros puedan llegar allí donde son más necesarios. No tienesentido que algunos países decidieran unilateralmente paralizar las exportaciones a otros países dentrodel mercado interior. Por eso intervino la Comisión cuando algunos países bloquearon las exportacionesde equipos de protección a Italia. Por eso hemos emitido unas directrices sobre medidas fronterizaspara proteger la salud y mantener la disponibilidad de bienes y de servicios esenciales. Por estoestamos pidiendo «carriles verdes» prioritarios para el transporte de mercancías. Esos corredoresasegurarán que atravesar la frontera no lleve más de quince minutos. Y contribuirán a garantizar quelos bienes y suministros puedan llegar allí donde se necesiten y a que todos podamos evitar lassituaciones de escasez.

Me duele que hayamos tenido que hacerlo, pero nuestro enfoque coordinado está aportando sus frutos.El mercado interior ya está funcionando mejor. Y todos nos alegramos cuando oímos que hayhospitales de Sajonia que han acogido a pacientes de Lombardía, mientras otros pacientes de la regiónfrancesa del Gran Este están siendo atendidos en el Gran Ducado de Luxemburgo. Dos ejemplos quedemuestran que solo ayudándonos mutuamente podemos ayudarnos de verdad a nosotros mismos.

El abanico de medidas que hemos adoptado pone de manifiesto que nos encontramos todos en unasituación sin precedentes. Ahora bien, como he señalado antes, los ciudadanos europeos están pendientes de lo que va a pasar a continuación. Y por supuesto, esperan que hagamos todo lo que estéen nuestra mano para salvar el mayor número de vidas posible, pero también están pensando en el díadespués. Están pensando a qué puesto de trabajo volverán, qué ocurrirá con su empresa o con suempleador, qué ocurrirá con sus ahorros o con su hipoteca. Estarán preocupados por sus padres, porsus vecinos y por la comunidad en la que viven. Sabrán que sus gobiernos tuvieron que tomardecisiones difíciles para salvar vidas, en efecto.

Ahora bien, también recordarán quién estuvo ahí para ayudarles y quién no. Recordarán a quieneshicieron algo y a quienes no hicieron nada. Y recordarán las decisiones que tomemos hoy y las que notomemos. El hecho es que dentro de no mucho tiempo llegará el día después. Y nuestra labor esgarantizar que ese día, y todos los días sucesivos, la Unión Europea esté a disposición de los que lanecesiten. Lo que estamos haciendo ahora realmente sí importa.

Por eso hemos lanzado la Iniciativa de Inversión en Respuesta al Coronavirus para facilitar laasignación de 37.000 millones de euros a mitigar las repercusiones de la crisis y a salvar vidas, puestos de trabajo y empresas. Por eso hemos adoptado las normas temporales sobre ayudas estatales másflexibles que se hayan conocido nunca, para que los Estados miembros puedan ofrecer un salvavidas alas empresas. Los primeros expedientes han sido aprobados en un tiempo récord, en cuestión dehoras.

Y por eso hemos activado por primera vez en nuestra historia la cláusula general de salvaguardia delPacto de Estabilidad y Crecimiento. Esto significa que los Estados miembros pueden usar toda sucapacidad para respaldar a quienes trabajan y a quienes no trabajan, para apoyar a las empresas,grandes y pequeñas, y para ayudar a los ciudadanos en estos momentos difíciles.

Esta es la Europa que debe recordar la gente el día después. Una Europa que trabaja contra relojcuando parece que el mundo entero se ha detenido. Una Europa que está a disposición de sus ciudadanos y sus Estados miembros cuando más lo necesitan. Una Europa que demuestra empatía yantepone la compasión a todo lo demás.

Una Europa que en momentos de necesidad es al mismo tiempo resistente y altruista. Esta es laEuropa que anhelo. Es justamente la Europa con la que soñaban los hombres y las mujeres que fundaron este proyecto, nuestros padres y madres, al término de la Segunda Guerra Mundial. Cuandocrearon esta unión de personas y naciones, eran conscientes de las dolorosas consecuencias quepueden acarrear el egoísmo y el nacionalismo exacerbado. Tenían ante sí la labor de forjar una alianzaque, basada en la confianza mutua, desarrollara una fuerza común. Y a partir de aquella gran ideasurgió, en algunas décadas, una comunidad singular de libertad y paz: nuestra Unión Europea.

Hoy un enemigo invisible pone a prueba los valores fundamentales de nuestra Unión. Una vez más,tenemos que poder confiar mutuamente entre nosotros. Una vez más, tenemos que volver a ayudarnosunos a otros en estos difíciles momentos. Nuestra obligación y nuestra prioridad son ahora, en primerainstancia, salvar las vidas y los medios de subsistencia de las europeas y los europeos. Pero llegará eldía, y espero que en un futuro no muy lejano, en que tendremos que mirar hacia adelante y fraguarentre todos la recuperación.

Será el momento de extraer lecciones y decidir qué Unión Europea queremos para al futuro. Y, en eseproceso, debemos evitar caer en el debate falso y estéril de si necesitamos más o menos Europa.Nuestro esfuerzo deberá centrarse más bien en determinar cómo podemos aprovechar esta tormentapara que logremos resistir mejor la próxima.

Porque nos une a todos —de norte a sur, de este a oeste— el deseo de una patria, Europa, resistente yen la que valga la pena vivir. Seamos conscientes de ello, las decisiones que estamos tomando hoypermanecerán en la memoria durante mucho tiempo. Y sentarán las bases de la Unión Europeavenidera.

Nos encontramos ante una encrucijada. ¿Nos dividirá este virus definitivamente entre ricos y pobres?¿Entre los que tienen mucho y los que no tienen nada? ¿O nos mantendremos como un continentesólido, como un interlocutor serio en la escena mundial? ¿Podremos incluso salir fortalecidos de estasituación? Ante la crisis, ¿serán nuestras comunidades capaces de unirse más, podrán nuestrasdemocracias ganar en estimación?

Todos los gestos de ayuda, afecto y dignidad que estamos observando a lo largo y ancho de Europanos muestran que tenemos motivos para ser optimistas de cara al futuro. Nuestra Europa tiene en sumano todo lo necesario —y estamos dispuestos a hacer lo que haga falta— para superar esta crisis.

En los últimos días, muchos de ustedes han citado aquella frase de Jean Monnet en la que decía queEuropa se forjaría en las crisis. Esta frase sigue plenamente vigente. Pero hay una cita de otro denuestros padres fundadores que, en mi opinión, resume también dónde nos encontramos ahora.Konrad Adenauer dijo: «La historia es la suma total de las cosas que podrían haberse evitado». Estimados amigos y amigas, la historia nos observa. Hagamos lo correcto juntos, con un corazóngrande, no con veintisiete pequeños.

¡Viva Europa! Vive l’Europe! Long live Europe!

(Foto de archivo)

 

 

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