Casi un tercio del transporte marítimo mundial podría funcionar con biocombustibles en 2030, frente a menos del 1% actual, de acuerdo con un nuevo análisis de Transport and Environment (T&E). Según el borrador actual de la ley sobre combustibles ecológicos de la Organización Marítima Internacional (OMI), esto podría agravar el cambio climático y ejercer presión sobre los suministros mundiales de alimentos.
El estudio realizado por Cerulogy en nombre de T&E muestra que el aceite de palma y de soja probablemente representarán casi dos tercios del biodiésel utilizado para impulsar la industria naviera en 2030, ya que representan los combustibles más baratos para cumplir con las normas. Esto plantea un grave problema climático, advierte T&E, ya que la palma y la soja son responsables de dos a tres veces más emisiones de carbono que incluso los combustibles navieros más contaminantes de la actualidad, una vez que se tienen en cuenta la deforestación y el desmonte de tierras.
La industria naviera, que consume grandes cantidades de combustible, necesitaría enormes cantidades de tierras agrícolas: en 2030 se necesitarán 34 millones de hectáreas (la superficie total de Alemania) para producir suficientes cultivos para satisfacer la creciente demanda de biocombustibles de la industria naviera.
Esto podría tener graves consecuencias para el suministro de alimentos. Las tierras que podrían utilizarse para la agricultura tendrían que convertirse en cultivos para biocombustibles, mientras que la quema de aceite vegetal en los barcos privaría a los supermercados de un alimento básico. Según el análisis de T&E, en 2030 se podrían desviar 300 millones de botellas de aceite vegetal para abastecer a los barcos cada día.
Constance Dijkstra, directora de transporte marítimo de T&E, afirmó: “Utilizar la deforestación como combustible para los buques de carga es una idea terrible. Quemar cultivos para obtener combustible es malo para el planeta y para la seguridad alimentaria mundial. La OMI debería tener en cuenta el impacto climático de los biocombustibles malos para evitar causar más daño que bien».
Las compañías navieras como MSC y CMA-CGM han invertido en los llamados biocombustibles de desecho, como el aceite de cocina usado (UCO, por sus siglas en inglés) y las grasas animales. Pero es probable que los biocombustibles de desecho sólo puedan cubrir una pequeña proporción de la demanda prevista de biocombustibles para el transporte marítimo, ya que su disponibilidad es limitada. Por ejemplo, un barco de carga que viaje entre China y Brasil necesitaría solo el aceite usado anual de más de 2.000 restaurantes McDonald’s, mientras que para que funcione con grasas animales se necesitarían más de un millón de cerdos.
Las compañías navieras, incluido el gigante naviero alemán Hapag-Lloyd, y varias ONG, han pedio a la OMI que excluya los biocombustibles insostenibles de su lista de alternativas verdes a los combustibles fósiles tradicionales.
T&E pide a la OMI que acuerde una definición clara de lo que constituye un combustible con emisiones «cero» y «casi cero», que excluya los biocombustibles vinculados a la deforestación, limite los biocombustibles basados en alimentos e incentive los combustibles electrónicos ecológicos fabricados con hidrógeno verde.
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